martes, 30 de marzo de 2010

DESASTRES NATURALES Y OTROS DESASTRES

Durante varias semanas la prensa y gobierno cubanos han sometido a la población a un gran despliegue informativo sobre el terremoto de Haití. Los pormenores de cada horror vivido por el pueblo haitiano han sensibilizado al pueblo de Cuba con aquella tragedia que vino a agravar la ya de por si grave situación de aquel país.
Al producirse hace algunos días uno de los acostumbrados temblores de tierra que afectan a Santiago de Cuba de manera esporádica, el régimen la ha emprendido con su difusión que podría llamarse exagerada, así como con la toma de medidas preventivas que han logrado atemorizar a la ciudadanía y desviar en algo la atención de la actual crisis nacional caracterizada por el desabastecimiento de los mercados, la falta de liquidez financiera, la muerte heroica de Orlando Zapata Tamayo y el escándalo internacional subsecuente, las golpizas a las Damas de Blanco y su victoria al adueñarse de las calles (¿de Fidel?), la huelga de hambre de Guillermo Fariñas Hernández, “El Coco”, en reclamo de la liberación de 26 presos políticos en mal estado de salud, y la falta de un programa de gobierno coherente que permita salir del atolladero.
Esto me trae a la memoria la situación de Argentina bajo el gobierno de los militares, que se inventaron la reivindicación por la fuerza de la soberanía sobre las Islas Malvinas, para darse un poco más de tiempo. Estos viejitos ex revolucionarios renuentes al dialogo que gobiernan desde hace más de medio siglo nuestro país, ya no saben que van a inventar para darse tiempo, dinero o prestigio, que de las tres cosas carecen.
Ahora son los terremotos, antes fueron las invasiones que nunca llegaron, o los ciclones, o cualquier otra justificación que viniera al caso. Las medidas serán las mismas; purgas intestinas, más represión, menos productos en la “canasta básica”, más “mesas redondas” que no son redondas y “reflexiones” que a nadie interesan.

hildebrando.chaviano@yahoo.com
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jueves, 18 de marzo de 2010

ESTÁ HERIDO EL TIRANOSAURIO.

“Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca;
quien se sienta a su mesa; quien se sienta a la mesa de los que
se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes
reciben de él el permiso de vivir”.
José Martí

La prensa oficialista cubana se deshace en infamias y mentiras contra los opositores pacíficos cubanos, Orlando Zapata Tamayo y Guillermo “Coco” Fariñas. Sólo dos razones pueden justificar esta reacción, la ignorancia supina sobre el tema y las personas aludidas por una parte, y la maldad en su versión más ruin de la otra.
La ignorancia vendría dada por el desconocimiento de la biografía de estos patriotas. En el caso específico de estos dos hermanos; uno obrero, el otro psicólogo, ambos nacidos después del triunfo de la revolución traicionada por su líder y por ende producto neto del proceso político y social que han sufrido los cubanos por más de cincuenta años. Jóvenes que participaron en cada momento de sus vidas de las tareas asignadas por la Revolución, hasta llegar en el caso del “Coco” a ser miembro de las tropas internacionalistas cubanas que combatieron en Angola.
¿Dónde se produjo el viraje de estos jóvenes que no eran burgueses, ni agentes reclutados por alguna potencia enemiga? El cambio vino, como en el caso de otras decenas o centenares de miles, en el momento que se percataron de que no sólo eran errores los que cometía la dirección histórica e inmutable de la revolución, sino también horrores. La dirección de la revolución ha mentido, calumniado, abusado, reprimido, expulsado del país, fusilado después de juicios sumarísimos, dejado que los campos se llenen de marabú, que las jóvenes se prostituyan, que más de dos millones de cubanos hayan emigrado por huir de los salarios miserables, el picadillo de soya, la insalubridad, los maestros emergentes, las brigadas de respuesta rápida y otros logros de la revolución.
El engendro jurídico llamado oficialmente Ley No. 88 de protección de la independencia nacional y la economía de Cuba, mejor conocida como ley mordaza, es un documento (bodrio) que reprime hechos considerados de carácter político y por ende no reprimibles en cualquier lugar del mundo. Todos los prisioneros de la primavera del año 2003, fueron juzgados según lo establecido en dicha ley, que a pesar de ser penal no forma parte del Código vigente, porque al tirano no le bastaron sus propias leyes para someter las voces disidentes.



Son muchos años de odios, miedos y mentiras, este sistema ya no aguanta más porque como dijo alguien, “se puede engañar a una parte del pueblo todo el tiempo, o a todo el pueblo una parte del tiempo, pero no a todo el pueblo todo el tiempo”. El recurso manido de descalificar a los opositores al hacerlos aparecer ante la opinión pública nacional e internacional como delincuentes comunes o agentes de una supuesta potencia extranjera ya no es creíble a pesar de que el régimen es el dueño absoluto de todos los medios de comunicación.
Zapata Tamayo sólo pedía ser tratado como un ser humano y un preso de conciencia que era. Fariñas sólo pide que sean dejados en libertad una veintena de hermanos presos por sus ideas, y cuya vida corre peligro por el delicado estado de salud que presentan después de siete largos años de injusto encierro. El que conozca estas verdades y apoye al régimen tiránico que destruye nuestra patria, es sencilla y llanamente perverso, como persona, como cubano, periodista, intelectual o parlamentario. El Parlamento Europeo y los que en el mundo se pronuncian a favor de los presos políticos cubanos, no lo hacen en contra de Cuba, sino de la tiranía que la oprime.
hildebrando.chaviano@yahoo.com
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martes, 16 de marzo de 2010

APRENDER DE LOS SOLARES

Los solares, también conocidos como ciudadelas o cuarterías en la Ciudad de La Habana, son semejantes al mundo en muchos aspectos. Cada solar tiene entre sus habitantes una gran diversidad de intereses, profesiones, razas, ingresos y modos de vida.

Igualmente, los vecinos se ayudan unos a otros, se piden un poco de sal, (lo cual en ese ambiente no es de buen gusto), o de azúcar o café. Si a alguno le sobró algo del potaje de chícharos, antes de botarlo averigua si aquel puede resolver con eso y no tener que comerse el arroz y el huevo hervido a golpe de saliva.

También en este mundo existen códigos de conducta que obligan a una convivencia armónica; cuidar las áreas colectivas, respetar los turnos del baño, de la azotea para tender la ropa, etc. Y algo muy importante, nadie se mete en los asuntos ajenos, a no ser que estos vayan más allá del simple problema doméstico y se conviertan en hechos escandalosos porque sus implicaciones trascienden el estrecho ámbito familiar.

El hijo que golpea a su madre, el marido que además de no llevar el sustento diario al hogar, se emborracha y golpea inmisericorde a la esposa sufrida y al pequeño que observa impotente. En casos así, llega un día que alguien, harto, llama a la policía para que detengan al malhechor. Este mal hijo, mal padre, o mal marido, no podrá alegar ante los vecinos o las autoridades, que los problemas de su casa son sólo suyos y que nadie tiene derecho a meterse en ellos.

Así mismo, hay gobernantes que se comportan con sus pueblos de una manera despreciable, y pretenden invocar una supuesta soberanía ante la denuncia y sanción de los desmanes que cometen. El mundo es como una gran cuartería y hay que saber comportarse para ser digno de respeto tanto en uno, como en la otra.
hildebrando.chaviano@yahoo.com
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martes, 2 de marzo de 2010

Hacia Donde Vamos

Los opositores cubanos no están en contra de la revolución, ni del socialismo, o del comunismo, nada de eso a estas alturas es realmente importante, porque nada de eso existe en realidad. Un pellejo vacío es lo que queda de lo que en un tiempo fue un proyecto democrático (léase “La Historia me Absolverá”).
La oposición cubana a fin de cuentas, a lo único que se opone es al desabastecimiento de los mercados, al estado ruinoso de las ciudades, a la grosería y mala educación reinante, a la violencia ciudadana, al racismo, a la falta de libertad para tener un pequeño negocio privado y próspero, a las condenas por supuestos estados pre delictivos de cualquier cosa, a la falta de libertad para expresarse, a la falta de higiene, médicos y medicinas en los centros hospitalarios, a las cuarterías y barrios marginales de nuestras ciudades, al marabú de nuestros campos, y a que se mantengan en prisión más de doscientos presos por tener radios de onda corta, bibliotecas independientes, escribir, reunirse y hablar.
Nunca podrá existir ninguna ley que obligue a los hombres y mujeres que componen un país, a acatar las disposiciones gubernamentales sin tener derecho a disentir. Cuando se pretende tal cosa los resultados son los que vemos hoy en nuestro país.
En una sociedad normal, el pueblo manda y el gobierno obedece los mandatos de los ciudadanos que han tenido a bien elegirlo, para eso devengan un salario. No son los benefactores de la sociedad, sino sus servidores, el ciudadano no recibe nada del gobierno, pues es el ciudadano con su trabajo creador el que aporta a la sociedad las riquezas que el gobierno no tiene derecho a dilapidar.
Este país en estado de catástrofe que se les lega a las futuras generaciones es responsabilidad de un régimen que no puede siquiera culpar a alguien, porque nunca ha permitido una voz discordante. Absolutamente todas las decisiones tomadas durante más de medio siglo han partido de una sola persona y todo lo que tenemos, lo malo y lo bueno –si es que algo queda-, es de su responsabilidad. ¿Dijo “absolverá” o “absorberá”?
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No Tienen Escapatoria

Ahora el castrismo pretende desvirtuar la verdad en el caso de Orlando Zapata Tamayo, prisionero político fallecido el pasado 23 de febrero en el Hospital “Hermanos Ameijeiras”, después de 86 días en huelga de hambre.
No fue precisamente la asistencia médica lo que funcionó mal; de la profesionalidad, integridad y humanismo del personal médico cubano no caben dudas, lo que funciona mal en Cuba desde el año 1959 es el respeto a los derechos humanos. El régimen se ha escudado en la supuesta construcción de una sociedad más justa, y para ello ha recurrido al fusilamiento, destierro y privación de libertad de cualquier opositor. En unos casos los acusa de agentes del enemigo, en otros, de delincuentes comunes como ha ocurrido con Zapata Tamayo.
Este joven negro cubano sólo pedía ser tratado como lo que realmente era, un prisionero político y un ser humano. Su huelga fue el último recurso que el régimen le dejó para reclamar el no ser maltratado por los guardias de las prisiones por donde pasó, el ser separado de los reclusos comunes y permitirle comer de los alimentos suministrados por sus familiares y amigos. El gobierno cubano, como siempre, se comportó con tozudez y prefirió verlo muerto a ceder en cuestiones elementales que aún el tirano Batista concedió a los asaltantes del Cuartel Moncada hasta el momento en que fueron amnistiados.
La descalificación de sus enemigos políticos es el recurso más usado por el castrismo además de la represión más brutal contra cualquier manifestación disidente. El personal de la salud que atendió a Orlando Zapata Tamayo no tiene nada que ver con su fallecimiento, toda la responsabilidad es de los gobernantes y ninguna campaña mediática los limpiará de la infamia.
hildebrando.chaviano@yahoo.com
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