martes, 26 de octubre de 2010

TRABAJO POR CUENTA DE QUIÉN.

El gobierno cubano acaba de aprobar 178 actividades laborales que los cubanos ya realizaban, con autorización o sin ella, para escapar un poco de la falta de todo. El país es un gran relajo bajo la dirección siempre ineficiente de nuestros líderes históricos que más bien parecen títeres histéricos.
La aprobación de marras no viene sola, sino acompañada de una política de impuestos que está entre el asalto a mano armada y el hurto al carterismo. La mano del gobierno se introduce en el bolsillo de los trabajadores e insiste en que es por su bien, ahora sí van a tener socialismo, dicen, pero tienen que pagarlo.
Ni a los esclavos de la Cuba colonial se les imponían las condiciones que en pleno siglo XXI les son ofertadas a los empleados estatales que por obra y gracia de un eufemismo revolucionario no se llamarán desempleados, sino disponibles (¿?). Si esta es la redención a que aspiraban los proletarios, que venga Lenin y la vea.
El capitalismo a lo cubano, pachangoso, irresponsable, montado en una carroza tirada por bueyes y “La Internacional” cantada a ritmo de conga por la comparsa “Los Castro”. Gocen viejitos, que les queda poco.

martes, 12 de octubre de 2010

SIN COMENTARIOS

CUESTIONARIO SOBRE EL CUMPLIMIENTO DEL PROGRAMA DEL MONCADA PLANTEADO POR FIDEL CASTRO EN LA HISTORIA ME ABSOLVERÁ.


¿Al cabo de 52 años, están resueltos en Cuba los siguientes problemas a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente los esfuerzos de la Revolución?


Problemas a solucionar:

El problema de la tierra.
El problema de la industrialización.
El problema de la vivienda.
El problema del desempleo.
El problema de la educación.
El problema de la salud del pueblo.
La conquista de las libertades públicas.
La democracia política.


hildebrando.chaviano@yahoo.com
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martes, 5 de octubre de 2010

TODO ES VANIDAD, ADEMÁS DE.

Como por curiosidad comencé a leer algunos párrafos del capítulo 20 del libro “La Victoria Estratégica” de Fidel Castro, publicado en el órgano oficial del PCC. Confieso ser un lector insaciable de casi cualquier cosa que me caiga en las manos, pero con el “Granma” ocurre que hay que leerlo todo entre líneas, y esto en ocasiones se convierte en un ejercicio aburrido.
Al llegar a la página 9 de esta edición del 29 de septiembre, me encontré de frente con un personaje que no por conocido deja de asombrarme. Dice este párrafo ubicado en la columna central: “Se le hicieron durante la persecución unos 30 muertos, pero es una verdadera lástima que por una serie de errores de la gente derivados del exceso de confianza no aniquiláramos al batallón completo.”
Así, de un tirón, tomando aire en la coma que sigue a los 30 muertos, y descargando toda su frustración porque no fueran todos, la emprende a su vez contra los responsables de que aquella batalla se ganara, sin convertirse en una carnicería. Dicen que para muestra con un botón basta, pero aquí tenemos dos, una es el espíritu aniquilador y de irrespeto por la vida humana que lo mueve, y el otro, la búsqueda siempre de algún culpable cuando las cosas no salen según su parecer.
Más adelante, en la tercera columna, en un fragmento a la misma altura del anterior, vuelve a lamentarse: “Sin embargo, no voy a negar que entonces me quedó un gusto amargo por no haber logrado la destrucción completa del Batallón 11. Errores cometidos por varios de nuestros capitanes contribuyeron a que no se lograra un resultado aún más contundente, que estábamos en condiciones de haber alcanzado.”
Unos años más tarde, dos de estos capitanes, Pinares y Suñol, junto a otros tantos, fueron enviados a las selvas bolivianas a expiar sus errores. Cometieron un último error y terminaron aniquilados. No importa si eran de un bando o de otro, el resultado es el mismo, seres humanos ofrendados a la sinrazón del aniquilamiento.

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SIN FINAL FELIZ

Creo que fue el Generalísimo Máximo Gómez, buen conocedor de este pueblo, quien en una ocasión dijo que “el cubano, o no llega, o se pasa”. De ser un país de pleno empleo sin asomo de actividad económica privada, Cuba se convierte de la noche a la mañana en el paraíso del buscavidas, del merolico, del trapicheo, y de cualquier otra fuente de “trabajo” que el gobierno revolucionario prohibió, persiguió y vilipendió por ser considerados indignos, peligrosos para la imagen del régimen y contrarios a la moral socialista.
Desde que se les acabó el subsidio soviético, los dirigentes de la revolución se halan los pelos sin saber que hacer con un país que nunca han sabido gobernar. La llamada economía socialista es un fracaso, a nadie le caben dudas, los que secuestraron la revolución se ven ahora obligados a reinventar el capitalismo pero a su manera; la tasa de desempleo se monta en más de un veinte por ciento, pero no hay derecho a protestar los despidos, los precios de todos los productos suben como el humo, aumentan los impuestos y desaparecen rápidamente los beneficios sociales ahora considerados gratuidades inmerecidas.
La “solución” que se inventan nuestros ineptos líderes, es hacer recaer sobre el pueblo el peso de las calamidades creadas por ellos mismos durante más de medio siglo de borrachera populista. Que Dios se apiade de Cuba, porque habrá más miseria que la ya existente, más delito y más violencia, revolucionaria y de la otra.
Si la nueva versión de la justicia socialista es autorizar la recogida de materias primas o los trabajos de servidumbre, para cobrarles impuestos a los infelices obligados a realizarlos, es que ya no pueden ocultar su verdadero rostro, son una manada de lobos pastoreando ovejas y ya no tienen a quien más despojar.

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