miércoles, 22 de diciembre de 2010

DE AYER A HOY

Lo que constituía pleno empleo logrado gracias al socialismo y la revolución, hoy se llama plantillas infladas. Lo que antes fue justicia social, hoy son las repudiadas gratuidades. A lo que en otros tiempos se le llamó un pueblo revolucionario, ahora es sólo un pueblo “pichón” que no hace más que recibir, sin aportar nada al estado socialista que se lo ha dado todo. Parece que todo, no era más que populismo.
No queda claro de dónde saca el gobierno revolucionariosocialistafidelista el dinero necesario para llevar adelante los programas educacionales, la salud pública y la seguridad social. Esto Raúl Castro no lo quiere decir, o a lo mejor no lo sabe, porque al parecer lleva en Cuba muy pocos días y no ha tenido tiempo suficiente para ponerse al corriente de algunos detalles.
Para conocimiento del General Presidente, así como de los demás miembros de la Asamblea Nacional, el Consejo de Estado y el Consejo de Ministros, debo informarles, que el salario bruto de cada trabajador cubano es leoninamente esquilmado para garantizar con precariedad; educación, salud pública, seguridad social, maternidad y vacaciones, tanto del pueblo, como de los propios gobernantes y sus familiares. De ahí que el salario neto que recibe un cubano (quince dólares mensuales), es una miseria que no le alcanza para cubrir sus más inmediatas necesidades.
Los considerados privilegiados entre los trabajadores cubanos, los que cumplen las llamadas misiones internacionalistas, sufren el saqueo más feroz, pues reciben sólo entre el 20 y el 30 por ciento del salario convenido en el contrato, con el sacrificio adicional de la separación familiar mientras dure la misión.
Todos y cada uno de los problemas a los que se enfrenta nuestro país, son de la exclusiva responsabilidad de Fidel Castro, único ideólogo, impulsor y ejecutor de cuanto plan loco ha tenido a bien imponer según su real parecer. Cada capricho de Fidel Castro ha repercutido dolorosamente en la nación.
El gobierno revolucionario intervino, confiscó, nacionalizó y arrasó con tierras, fábricas, almacenes y hasta con los sillones de limpiabotas, exterminó la masa ganadera y aniquiló los centrales azucareros. Monopolizó el comercio interno y exterior, la banca, y la totalidad de los servicios públicos y privados. Se convirtió en patrón absoluto de la prensa y obligó a todo el país a aceptar como bueno cualquier disparate, mentira o tergiversación que se publique o diga en los órganos oficiales.
Este gobierno, que es el mismo desde el año 1959, ha perseguido, encarcelado y fusilado a los que disienten; acusados de mercenarios y obligados al destierro por sus ideas. Más aún, las leyes cubanas prohíben la libertad de los ciudadanos para moverse dentro del país o salir y entrar al mismo, asociarse, reunirse o expresarse.
Ahora, pretenden que cientos de miles de desempleados se conviertan en empresarios de la noche a la mañana, a pesar de la falta de preparación y de recursos, y una reglamentación y política fiscal asfixiante y paralizadora de cualquier iniciativa.
También pretenden, que el mismo pueblo obligado a guardar silencio y obedecer órdenes durante más de medio siglo, se lance alegremente a practicar el debate y el aporte de ideas y olvide las brigadas de respuesta rápida que se mantienen activas con sus palos y cabillas preparados para defender las calles de Fidel y el socialismo. Pa’ su escopeta, dirán algunos incrédulos.
Mientras en Cuba no haya democracia sin apellido y economía de mercado sin limitaciones ideológicas. El único logro va a ser haitianizarnos cada vez más, mientras los gobernantes viven como ricos y celebran congresos de su partido en medio de aplausos de autocomplacencia.
Al ser la crisis del sistema cada vez más profunda, no se va a resolver con remiendos o curitas. La historia ya condenó a Fidel Castro y al socialismo y el cambio debe ser total o no es cambio. Tanto los gobernantes como el sistema caducaron hace tiempo y el empecinamiento alarga el sufrimiento, del pueblo por supuesto, que ya se cansó de oír discursos y quiere ser protagonista.

hildebrando.chaviano@yahoo.com
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miércoles, 15 de diciembre de 2010

POLÍTICA CON ESTILO PROPIO

Que equivocado estuvo Fidel Castro, cuando creyó que con unas cuantas promesas y una dosis adecuada de represión, podía gobernar este país con éxito. Entre el choteo, la simulación y la resistencia abierta o encubierta, el pueblo se ha encargado de demostrarle lo contrario.
Nada ha funcionado a derechas en Cuba durante todo este tiempo. Contrario a lo ocurrido en la primera mitad del siglo pasado, en que sin tanta fanfarria y populismo la nación se convirtió en una de las más prósperas del continente, con un nivel de salud y educación públicas que podían servir de modelo a cualquier país del área
Bajo el gobierno de Fidel Castro, los cubanos han sacado a relucir no sólo sus valores humanos y patrióticos, sino su particular filosofía para enfrentar obstáculos considerados insalvables. Nada, por serio que pueda parecer, escapa a su don de tirar a relajo lo mismo una amenaza nuclear, que un ciclón o un período especial que ha dejado una generación de jóvenes esmirriados.
Con esto no contaba el comandante, Cuba se le convirtió en una tembladera y mientras más fuerza a utilizado, más se ha hundido, sus elegidos organizan fiestecitas mientras él agoniza, otros acatan sus órdenes, orientaciones o reflexiones, pero no las cumplen, porque saben que no deben tomarse demasiado en serio.
Es por eso que ahí seguirá el marabú como rey de los campos de Cuba, y no habrá productividad, ni ahorro, ni esfuerzo alguno. Los cambios no son creíbles por venir de quien vienen, y el pueblo está escarmentado tras medio siglo de rectificaciones y remiendos de un sistema que no conduce a ninguna parte, mientras los mismos zánganos se aferran a las mieles del poder.
Al final, el castrismo será despedido con una musical y estruendosa trompetilla, expresión máxima del choteo, que aunque dolorosa, no deja olor a pólvora y es preferible a la venganza.

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MARINERO NO QUIERO SER

En los años 70, Cuba llegó a ser un país con una gran flota de barcos de pesca y mercantes, tripulada por marinos altamente calificados y dispuestos a cualquier sacrificio. De aquella flota no queda nada, los buques fueron vendidos, arrendados, o convertidos en chatarra, obsoletos y faltos de mantenimiento.
El destino de los tripulantes ha sido otro, en la actualidad son utili8zados como fuerza de trabajo proveedora de importantes beneficios económicos destinados a las arcas del gobierno cubano. Sus condiciones de trabajo son deplorables y se podría decir que en la práctica constituyen una forma moderna de esclavitud.
Contratados por compañías navieras extranjeras, estos empleados no tienen un sindicato que los represente ni un patrón con el que puedan contratar directamente, pues el gobierno cubano utiliza para este fin a empresas nacionales intermediarias que incumplen de manera habitual con las condiciones establecidas en el contrato que ellas mismas redactan.
El contrato en cuestión, es de por si lesivo a los intereses de los trabajadores, ya que entre sus cláusulas aparece una que establece lo que podría ser el clásico “trato del esqueleto”, o el bien conocido “pacto del embudo”. Entre el 20% y el 30% del salario acordado corresponde al trabajador, y el 70 - 80% restante, al gobierno cubano.
Pero está con estos modos tan serios, muy triste el mar, como diría el poeta, porque hay más, el menguado salario es pagado de forma diferida cada tres meses, y en ocasiones no reciben la paga. No valen de nada las reclamaciones, porque no existe un órgano de justicia laboral que se atreva a emitir un fallo favorable al trabajador, después de estar el expediente amontonado y polvoriento durante varios meses.
Algunos marineros pasan largos períodos sin ser enrolados en algún barco, y al decir de uno de ellos, -“Uno necesita navegar porque se gana más y traemos la pacotilla (artículos de uso personal y doméstico), nos explotan, pero los viejos dicen que antes era peor...”.

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