martes, 6 de diciembre de 2011

Castrismo y Prostitución


Desde el mismo año 59, entre las tareas priorizadas por Fidel Castro, estuvo la erradicación de la prostitución. Pajarito, Colón, La Victoria, fueron algunas de las zonas alegres de la capital, que dejaron de serlo en fechas tempranas, así ocurriría con todas las demás zonas de tolerancia existentes en pueblos y ciudades del país. Todas aquellas mujeres fueron reubicadas en centros de trabajo en ocasiones creados para ellas y oficialmente se declaró erradicada la prostitución como más tarde le tocó el turno al analfabetismo.

Medio siglo después, la prostitución se ha extendido como pandemia, ya no son guajiritas engañadas e incultas obligadas a trabajar en cualquier tugurio de mala muerte, ahora las hay desde universitarias hasta casi niñas que aún se chupan el dedo o esposas que tienen el permiso de sus maridos y pueden ser vistas lo mismo en las principales avenidas de la ciudad, que en hoteles de cualquier cantidad de estrellas. Todas cultas y sanas, como bien diría a su favor el que otrora fuera su reivindicador en jefe.

Es de significar, que ni antes ni después del triunfo revolucionario la prostitución ha sido considerada una actividad delictiva, más bien siempre fueron consideradas víctimas de las condiciones socio-económicas imperantes y, aunque empañan la imagen de la “moral socialista”, el Código Penal no las tipifica como delincuentes. Entonces, con qué derecho estas trabajadoras del sexo son acosadas, detenidas y multadas por los agentes de la Policía Nacional Revolucionaria, mientras a las que no son residentes de la capital de todos los cubanos, se les expulsa hacia sus provincias de origen con un acta de advertencia discriminatoria.

Quizás dentro de poco todo cambie, y gracias a Mariela Castro y sus viajes de trabajo a prostíbulos europeos, las putas de aquí puedan hasta sindicalizarse y de paso contribuir a la economía socialista como un cuentapropista más.



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