martes, 10 de julio de 2012

Las Calles son de Fidel e Internet…también.



El cantautor cubano Vicente Feliú, pidió reprimir o más bien declarar la guerra a los internautas cubanos no oficialistas. En un comentario al editorial publicado por el sitio oficial Cubadebate el miércoles 20 de junio, expresó: “Habrá que hacer como cuando la guerra revolucionaria. Si los empleados del imperio serán los únicos que tengan los recursos de conexión, entonces habrá que quitárselos. Así se hizo la guerra, con las armas arrebatadas a los batistianos. Será lo mismo en esta ocasión, lo que con instrumental cibernético”.

Cualquier comentario sobre este rebuzno, parecería innecesario, pero por ser un personaje bastante conocido de la época de canciones protesta y exportación de la lucha armada, merece una respuesta.

Los blogueros e internautas independientes, que no empleados de nadie, no son los únicos con recursos de conexión, por el contrario, los que tienen los recursos para conectarse a Internet en este país, son los gobernantes, las instituciones oficiales, los alabarderos del castrismo como él mismo y el ejército de cibernautas creado por el régimen. Su problema no es conectarse, sino atreverse a pensar sin esperar órdenes y permisos del Partido Comunista y la Seguridad del Estado.

Con independencia de la bazofia ideológica de sus palabras, el señor Feliú incurre en violaciones del Código Penal vigente en este país, el cual no distingue entre un cantante revolucionario y obsecuente, y un ciudadano cualquiera.

Con una sola frase, este viejo cantante de glorias pasadas, tropezó con el artículo 159, Ejercicio Arbitrario de Derechos; se enredó en el artículo 202, Instigación a Delinquir; cae en el delito de Amenaza previsto en los artículos 284 y 285; y como para demostrar una fidelidad a toda prueba, le va para arriba al artículo 291, Delito Contra la Libre Emisión del Pensamiento, que es por demás un derecho constitucional.

Mejor sigue con la guitarra Vicente, Internet no es coto particular de nadie, mal que le pese a la familia real y a sus cortesanos. La insistencia en impedir a los cubanos el acceso a los medios modernos de comunicación, no solo es maliciosa, es también ridícula y el mundo entero los observa con asombro mientras se pregunta, ¿por fin qué pasó con el cable?

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