martes, 9 de octubre de 2012

Cadáveres Amados.



Loable que haya un día para las víctimas del terrorismo de estado. Podrían incluirse con todo derecho a los 41 cubanos, entre ellos 11 niños, que murieron el 13 de julio de 1994 en el hundimiento premeditado del remolcador “13 de Marzo” frente a la bahía de La Habana; a los cuatro pilotos de “Hermanos al Rescate” pulverizados por un Mig de la Fuerza Aérea cubana sobre aguas internacionales; a Laura Pollán, Oswaldo Payá, Harold Cepero, Orlando Zapata Tamayo; las decenas de miles de presos políticos (recordar a los 75 de la Primavera Negra del 2003) que han poblado las más de doscientas cárceles del régimen, los miles de fusilados, entre ellos tres jóvenes de raza negra fusilados por tratar de secuestrar una lancha, y los millones de exiliados que no pueden entrar  a su país sin el permiso del gobierno.
Es bueno recordar a los muertos, pero no disfrutarlo. Es característico de este régimen vampiresco, celebrar los derramamientos de sangre con carnavales, desfiles y concentraciones, cuando se deberían celebrar con respeto y recogimiento.
Pero el respeto es ajeno a la naturaleza del gobierno cubano. Utiliza los muertos propios y ajenos como material de propaganda política; y hasta a los no muertos, como los cinco espías presos en cárceles norteamericanas, víctimas de la arrogancia oficial.
No es sólo  el 6 de octubre un día luctuoso para los cubanos, el almanaque está lleno de fechas aciagas que comenzaron el primero de enero de 1959, y no se sabe hasta dónde llegue. Quizás dependa de la cantidad de testosterona de los cubanos, que han preferido hacerse eunucos a sí mismos como diría el Apóstol.

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