martes, 12 de marzo de 2013

Rehenes a Distancia.


 

Al fin habló Carromero, pudo más la vergüenza que el miedo. Los métodos puestos al desnudo en sus declaraciones, son los mismos que han utilizado las fuerzas de la Seguridad del Estado cubana desde siempre,  para disuadir opositores testarudos.
Oswaldo Payá era una espina atravesada en la garganta del régimen, y llevaron hasta el extremo las medidas para impedir que el movimiento por él liderado pudiera extenderse. Cuando se usa la violencia no se pueden predecir las consecuencias. Embistieron el auto para sacarlo de la carretera y a partir de ahí sólo los ejecutores y sus jefes saben qué pasó con las víctimas.
De cualquier manera, todo lo que siguió a continuación fue un crimen sobre otro, como una matrioska de la barbarie: asesinato, secuestro, tortura, extorsión. Al igual que en el caso del remolcador 13 de Marzo, los sicarios se vistieron de largo y puede que los ejecutores hayan sido condecorados en secreto por servicios prestados al socialismo.
Ahora corresponde al gobierno español y a la Unión Europea decidir qué actitud seguir  con los dictadores cubanos, al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas pronunciarse e investigar este caso escandaloso; pero por desgracia, nada de esto va a ocurrir, las tiranías izquierdistas están en estado de gracia  y la cubana va a la cabeza. Lo que sería digno de sanción internacional en cualquier lugar del mundo, al tratarse de Cuba pasa inadvertido. Las democracias europeas, salvo honrosas excepciones, tienden a olvidar con demasiada rapidez lo que ocurre en este rincón.
A Carromero le toca vivir en la zozobra de en qué momento la larga mano de la Inteligencia cubana le pasará cuenta por incumplir el trato. Otro accidente o una repentina enfermedad pueden cerrar el capítulo.

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