martes, 23 de julio de 2013

Siempre fue así.



Los recientes resultados del equipo cubano de béisbol de mayores (promedio de edad de 26,6 años), frente a un equipo universitario de los Estados Unidos (edad promedio alrededor de los 21 años), son los mismos que tenían aquellos equipos de la época dorada del deporte revolucionario recibidos como héroes por el comandante en jefe en persona, cuando lograban ganar apretadamente en un enfrentamiento contra los “yanquis”.
El patrioterismo obligaba a ver como enemigos a jóvenes estudiantes que se divertían jugando pelota sin presiones gubernamentales ni odios chovinistas. Ganaban y perdían apretadamente sin que aquellos encuentros provocaran una conmoción nacional en Norteamérica.
Ya en Cuba se ha tomado conciencia de que ni los peloteros norteamericanos son enemigos, ni  el béisbol cubano es el mejor del mundo, ahora se ve con claridad que aquellas victorias frente a equipos escolares hicieron más daño que bien al desarrollo de la pelota nacional, la visión de la realidad se distorsionó por completo empañada en la euforia triunfalista de un deporte politizado en beneficio de un gobernante.



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