martes, 20 de agosto de 2013

Soñar Despierto.


Publicado en Primavera Digital

A favor del actual Presidente cubano se puede decir que recibió un país en bancarrota económica, moral y política. En contra está todo lo demás; siete años son suficientes para mostrar algo más que intenciones. Lo que ha hecho hasta el momento al frente del gobierno ha sido obligado por las circunstancias, le ha tocado continuar la partida que el hermano le dejó perdida y en posición de  ”zeitnot”, que en términos ajedrecísticos equivale a decir se te está acabando el tiempo,  el enredo en que se ha visto envuelto, el que le impide mover las piezas con soltura política se debe, ante todo, al empecinamiento en continuar la “obra” del hermano.
¿Qué obra?, hasta el Primero de enero de 1959, el saldo de las acciones de Fidel Castro al liderar  la lucha insurreccional contra la tiranía de Fulgencio Batista, se puede considerar positivo con aciertos, errores, y correderas a campo traviesa incluidas, pero a partir de esa aciaga fecha, el líder histórico de la Revolución no ha dado pie con bola, su ineptitud como gobernante pretendió suplirla con largos discursos llenos de frases rimbombantes, promesas, amenazas y derroche de actitud anti imperialista. En la concreta, cada vez más fusilamientos, confiscaciones, exiliados y presos, a la vez que menos comida, menos viviendas, menos industrias, menos producción de cualquier cosa y más corrupción social y administrativa, más prisiones y más epidemias.
Mientras el responsable de los 313 disparates, convertidos en otros tantos lineamientos en el último Congreso del Partido Comunista continúe como ejemplo a seguir en pensamiento y acción por todas las generaciones de cubanos dirigentes y dirigidos, Cuba seguirá jodida. Raúl Castro debe sacudirse el lastre que significa la figura del hermano y su obra si de verdad le interesa el destino de su país.
Lo primero que tendría que hacer, es llenarse de valor y derogar la Ley 88, conocida como Ley Mordaza; modificar los artículos 53 y 54 de la Constitución de la República, los que quedarían redactados de la siguiente manera: “53. Se reconoce a los ciudadanos la libertad de palabra y prensa.”  “54. Se garantizan los derechos de reunión, manifestación y asociación a todos los ciudadanos.”; así mismo, derogar los artículos 208 al 210 del Código Penal, referentes a las asociaciones, reuniones y manifestaciones ilícitas.
Las anteriores disposiciones legales, tal como aparecen en la actualidad,  son injustas y no se corresponden con el discurso del Presidente cuando aboga por la libre expresión de la crítica y el ejercicio del debate que, en las actuales circunstancias, serían cosas de risa si no fueran tan peligrosas. Pregúntenle sino a Roberto Zurbano, que de prestigioso intelectual y modesto dirigente en la Casa de las Américas, se convirtió de la noche a la mañana en un apestado empleado, condenado a la humillación y al ostracismo, condena esta muy del gusto de las dictaduras.
Podría el Presidente, en lo que se reformulan, debaten y aprueban en la Asamblea Nacional las modificaciones propuestas, liberar a Sonia Garro y a su esposo Ramón Muñoz del injusto encarcelamiento a que los tiene sometidos desde hace más de un año sin fecha de juicio a la vista y ni siquiera habérseles formulado cargos.
Estos serían pasos en la dirección correcta y, aunque ya no tiene oportunidad de ganar la partida, quizás podría salir con unas tablas, lo cual siempre sería algo mejor que el mierdero heredado del innombrable en jefe. Anímese General, y haga historia, acabe de darle un puntapié al andamiaje que mantiene a Cuba en la ruina y sin esperanzas.



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