martes, 15 de abril de 2014

Yo Conocí a la Flor de la Canela.


 (PD)

Después de algunos momentos burocráticos desagradables antes de la partida, llegamos a Lima, capital del Perú y, contrario a Francisco Pizarro, el conquistador, Perú me conquistó, no fueron las fastuosas tiendas por departamentos , o la abundancia y variedad de los alimentos, tampoco los enormes edificios de oficinas o los barrios residenciales recién construidos, ni siquiera las anchas avenidas llenas de flores y sin papeles en el suelo. Fueron las gentes, los peruanos y peruanas, dedicados a construir un país libre sin muchos aspavientos.
El discurso de los ciudadanos de ese país es el trabajo creador, brillan por su elocuencia y resuelven sus problemas aunque los políticos sean como son casi todos los políticos, y los presidentes sean como son los presidentes, y esto es porque en Perú se respetan la propiedad privada y el estado de derecho, fortalecidos durante décadas de práctica de la democracia y la libertad económica,  como resultado,  muestra uno de los índices  de crecimiento más altos de América Latina a la vez que una reducción de la pobreza y el desempleo.
Ahora bien, los peruanos se enfrentan a un peligro con el reciente arribo de 48 médicos cubanos que, junto con su labor profesional, van a tratar de soliviantar a los vecinos de las zonas donde lleven a cabo sus actividades, a los inconformes que siempre existen, y a la izquierda trasnochada que espera su oportunidad para hundir el país en el caos socialista.  Sería una verdadera lástima que el producto de tanto trabajo se perdiera por un experimento populista. Estoy en el deber de advertirlo porque probé la libertad, y me gustó.



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