lunes, 18 de mayo de 2015

Los sin Poder.


Publicado en DDC
Segunda vuelta en las elecciones del Poder Popular en la Circunscripción #7 del municipio Plaza de la Revolución. Tranquilidad absoluta, poca afluencia de votantes, ningún curioso, al fin se toman un descanso los oficiales de la Seguridad del Estado, tampoco hay prensa nacional o extranjera cubriendo el evento, los nervios están relajados. Las elecciones municipales vuelven a su rutina.
El fenómeno ocurrido el domingo 19 de abril dejó experiencias, algunos resquemores, aclaró y definió posiciones y sobre todo, envió un mensaje a los cubanos de aquí y a los que se encuentran regados por el mundo, a los gobernantes y a los opositores, al ciudadano que vive solo de lo que dan el día primero de cada mes por la libreta de racionamiento, y a los que tienen la dicha de recibir una remesa familiar porque tienen la desgracia de que un ser querido emigró.
Los cubanos podemos resolver nuestros asuntos sin esperar por los americanos, no es el embargo o su levantamiento lo que impide o va a favorecer que en Cuba las cosas mejoren. La ausencia de diálogo, el odio a las ideas diferentes y la discriminación feroz contra el que se atreve a expresarlas levanta entre los cubanos un muro más alto, ancho y largo que cualquier otro muro famoso como el de Berlín o la mismísima Muralla China.
¿Qué ideas pasaron por las mentes de los que el día 19 de abril escuchaban expectantes el conteo de las boletas electorales? ¿De salir electo el candidato no comunista se caería la Revolución? ¿Vendría una invasión a apoyarlo estableciendo una cabeza de playa en el Focsa?
La reacción fue exagerada por parte de los que participaron en el acto de repudio o de reafirmación revolucionaria como también les llaman, bien pudieron escoger el aplaudir lo que allí había ocurrido en lugar de ponerse a gritar como energúmenos repitiendo consignas carentes de sentido que lo mismo podían ser dirigidas en contra de la Constitución y la Ley Electoral que me dan derecho a elegir y ser elegido, que en contra de Raúl Castro porque está llamando a las empresas transnacionales capitalistas a invertir en nuestro país, lo cual significa que el regreso del capitalismo a Cuba es ya un hecho consumado.
Hay un desfase entre el movimiento político en las altas esferas del gobierno, y el estancamiento ideológico de la sociedad que no se ha percatado de que ya no hay amenaza de que nos invadan los norteamericanos armados hasta los dientes con sus destructores y portaviones, sino que ahora van a venir en ferris y cruceros vestidos con bermudas, camisas con palmitas, un daiquiri en una mano y una maraca en la otra.
Bien podría el gobernante cubano, como gesto de buena voluntad hacia los que pensamos diferente, prohibir los actos de repudio que tanto dañan la imagen de un pueblo supuestamente culto y hasta democrático según dicen, y de paso, declarar proscritas las brigadas de respuesta rápida, fuerzas que operan al margen de la ley y demasiado parecidas a las utilizadas por Adolfo Hitler y Benito Mussolini en la represión a sus opositores.
Creo que va llegando el momento en que los cubanos también nos demos las manos como acaban de hacer en Panamá Raúl Castro, Presidente de Cuba y Barak Obama, Presidente de los Estados Unidos de América, que la sonrisa sustituya al improperio y la mano abierta al puño cerrado. La consecución del bienestar de nuestro pueblo se encuentra por encima de las ideologías porque  a fin de cuentas ni el socialismo ni el capitalismo son buenos per se y aunque no le guste a algunos, la condición de cubanos no nos la otorga ni nos la quita nadie, este problema es de todos.





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