lunes, 18 de mayo de 2015

Solidaridad o Productividad.


Publicado en Amanecer Habanero
Solidaridad, esa es la palabra preferida de los gobernantes cubanos. Gracias a la solidaridad de la ex Unión Soviética, se mantuvo con vida el experimento llamado revolución                                         desde principios de los años sesenta hasta el derrumbe definitivo del imperio; grandes y costosos planes sociales en los renglones de la salud pública y la educación fundamentalmente, pleno empleo sin productividad e incluso cooperación gratuita con gobiernos amigos.
Todo esto a costa de lo producido por los trabajadores del gigante euro asiático, obligados a subsidiar la debacle económica cubana, sin esperanzas de recuperar alguna vez ni la más mínima parte de su esfuerzo.
A partir de la improductividad alcanzada por los trabajadores cubanos lo mismo en los campos que en fábricas y talleres, los préstamos y donaciones se convirtieron en algo de vida o muerte para Cuba. El dinero y demás recursos venidos de la madrecita URSS evitaron  en más de una ocasión el colapso del país.
No obstante toda aquella ayuda, las autoridades cubanas lejos de invertir  en desarrollar la industria o la agricultura aplicando nuevas tecnologías, se dedicaron a apoyar, promover y financiar guerrillas e invasiones mientras lo que resultó ser la inversión coyuntural, se centró en la formación de médicos destinados más tarde a la exportación, y en la construcción de hoteles para turistas extranjeros.
La inversión, porque  de alguna forma ha de llamarse a la explotación a que se ven sometidos los médicos y demás trabajadores cubanos en el exterior, ha servido para salvar por el momento las finanzas del Estado cubano, al convertir las llamadas misiones de colaboración en la principal fuente de divisas con que cuenta el país junto con las remesas familiares y en menor medida el turismo.
Por supuesto que de estos tres renglones, el único que aporta al producto interno bruto es el turismo, de ahí que una vez más el anhelado crecimiento económico es en realidad un espejismo, y el sostén que todos esperan es la llevada y traída solidaridad, da lo mismo que la ayuda venga de Venezuela que del Congo, lo que hace falta es que llegue para mantener la imagen de que el socialismo en Cuba va viento en popa y el desarrollo sostenible solo depende de lo que los amigos puedan aportar.
En esta batalla eterna en procura de ayuda, el gobierno cubano sufrió un encontronazo cuando hace unos días un alto representante del gobierno chino de visita en La Habana, dijo una frase lapidaria, lo que buscan los chinos en las relaciones con otros países es una política de “ganar-ganar”, o sea, que no  van a regalar nada, pero dejan ver la oportunidad de obtener beneficios mutuos en una relación comercial normal donde ningún país se convierta necesariamente en la sanguijuela de otro invocando la solidaridad. Por supuesto que estos planteamientos egoístas propios del capitalismo en el que han sucumbido los camaradas chinos, no deben haber caído nada bien entre los esperanzados camaradas de La Habana.
Todavía a estas alturas el gobierno cubano prefiere la ayuda del exterior antes que el desarrollo de la propia economía, haciendo gala de una maña especial para practicar la mendicidad y a la vez lucir victorioso.
Cada vez que a lo largo de nuestra historia socialista la economía cubana parecía ir bien, coincidía  con un incremento de la ayuda exterior que falseaba los verdaderos resultados como ocurrió en los años ochenta cuando veíamos los hoy añorados “mercaditos” llenos de productos provenientes del bloque soviético y que dicho sea de paso, nunca se pagaron.
La proclamación del periodo especial para tiempos de paz fue el reconocimiento oficial de que lo poco o lo mucho que se había logrado hasta ese momento en todos los órdenes, no era debido a la dirección magistral del país por el líder absoluto y su partido único, ni por las bondades del sistema político y económico vigente, sino por la condición de satélite privilegiado de la URSS que ostentó Cuba por tres décadas.
De continuar en la creencia de que la mejor opción es la economía estatal centralizada ahora en feliz concubinato con los capitalistas inversores extranjeros, el país seguirá empobrecido y azotado por la corrupción y la ineptitud de los mandamases criollos, sumadas a la falta de escrúpulos de los señores capitalistas que los ayudarán a construir el socialismo o lo que es en realidad, un modelo de capitalismo monopolista de estado pasado de época y con demostrada disfuncionalidad.






No hay comentarios: