martes, 17 de mayo de 2011

MORIR POR LA PATRIA

Juan Wilfredo Soto García murió porque los parques, las plazas y las calles, son de Fidel. Aunque suene increíble, este es el fundamento aberrante que impide a los ciudadanos que no comulgan con las ideas del régimen, acceder a ciertos sitios que por ley, son públicos.

Esta situación me recuerda aquellas historias racistas, donde los negros paseaban por un área del parque, mientras los blancos lo hacían por otra. En aquel entonces, ambos, blancos y negros, accedían al mismo parque con el requisito ignominioso de no mezclarse.

Hoy la ignominia llega al extremo de ser motivada por las diferencias de ideas. ¿Tendrán plena conciencia los esbirros de la tiranía, de lo denigrante que resulta para ellos mismos y para la imagen del país su actuación intimidatoria y cobarde, cuando impiden o pretenden impedir la presencia pacífica de algún opositor en lugares que por derecho son suyos?

Las fuerzas represivas del gobierno cubano bloquean el acceso a los domicilios privados de los opositores cada vez que se les antoja, detienen y maltratan físicamente y de palabra a personas que no les ofrecen resistencia, por el placer de hacerlo y porque así se les ordena.

El régimen se afana ahora en demostrar, que Juan Wilfredo no fue golpeado por la policía, cosa que nadie cree, conociendo los antecedentes de los órganos de orden interior cubanos. Pero aun así, suponiendo que esta vez tuvieran razón y no hayan usado las tonfas que tanto les gustan, las patadas y las esposas apretadas en las muñecas, ¿qué derecho les asistía para sacar del parque a un ciudadano cubano que opositor o no, sólo discutía de pelota con otros cubanos?

En el caso más creíble, de que sí haya sido golpeado con la saña habitual, la muerte del opositor recae directamente sobre el o los agentes que lo detuvieron, por cuanto la causa desencadenante del deceso no fueron sus enfermedades, sino los golpes que agudizaron su delicado estado de salud.

La sobrina entrevistada para la televisión cubana, dio fe de una inflamación que el occiso le mostró y que abarcaba el lado izquierdo de la parte inferior y media de la espalda. Los médicos pasaron por alto este signo, visible hasta para una persona no entrenada. Según manifiesta la mencionada sobrina, Juan Wilfredo le pidió que le frotara con mentol la zona inflamada, porque le dolía.

El gobierno cubano no debe caer en la actitud infantil, y que me perdonen los infantes, de negar a priori la golpiza y atrincherarse, sino investigar con seriedad los hechos y someter a los culpables a la acción de la justicia.

Los opositores políticos, esto es, las personas que pensamos distinto en cuanto a las vías para solucionar los problemas acumulados en la nación durante más de cincuenta años de tiranía, no somos enemigos de la patria, ni de los otros cubanos, ni siquiera de los esbirros que nos reprimen.

Somos enemigos de las muertes injustas e injustificables, del asedio a las casas de los opositores, de las detenciones arbitrarias, de la falta de libertades y derechos ciudadanos, del odio entre hermanos, y del terror y la ignorancia a que nos someten.

Somos enemigos, en última instancia, de que a los ocho aspectos mencionados en La Historia Me Absolverá, se hayan sumado 313 lineamientos que no son más que otros tantos errores y horrores de la dirección del país.















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