jueves, 24 de diciembre de 2009

SIN QUE SE OFENDAN




Se desató la furia en La Habana cuando un grupo de personalidades afroamericanas declararon su disgusto por la violación de los derechos humanos y la discriminación racial en la isla. Desde hace mucho tiempo se denuncia en distintas publicaciones literarias y de prensa del país, la situación de discriminación real, objetiva, que enfrenta la población afrodescendiente cubana.
Esta situación ha quedado demostrada con cifras y testimonios harto elocuentes, los que nadie ha puesto en duda, antes bien, las autoridades del país han sido receptivas a algunas de las denuncias al respecto, por lo que en estos momentos podemos ver,-es un ejemplo,- más rostros negros en nuestra televisión. Esto no se ha logrado sin lucha, los movimientos civilistas independientes como el Movimiento para la Integración Racial ¨Juan Gualberto Gómez¨, liderado desde hace más de 11 años por José Idelfonso Vélez, y más recientemente el Comité Ciudadano por la Integración Racial de Juan Antonio Madrazo, han desempeñado un papel importantísimo al servir de voz a las víctimas de la desigualdad enmascarada.
Es cierto que la represión policial es dirigida en proporción abrumadora contra individuos de piel negra, es cierto que nuestras prisiones están atetadas de jóvenes negros, así como también es cierto que negros y negras son discriminados en algunos empleos, sólo por su apariencia física. Esto no tiene nada que ver con los estudiantes africanos en Cuba ni con las llamadas guerras de liberación, todo lo que se haga a favor de los necesitados en cualquier parte del mundo está bien, si es para bien.
Lo que motiva a los luchadores por la igualdad racial en nuestra patria es lo mismo que lleva a Carlos Moore, que es cubano, a denunciar sin descanso el atropello; es lo mismo que ha motivado a estos intelectuales afroamericanos a definir su postura. La dignidad no siempre es un concepto intangible.
Hay blancos que ven con ojos europeos a los negros de Párraga, Mantilla o La Güinera, paternalistas y cultos con los mismos prejuicios y remilgos que en el siglo XIX, para ellos son como objetos de estudio, entre folklóricos y peligrosos. Hay negros que prefieren asimilarse y asentir como el Tío Tom de la historia, aunque antes hayan dicho no.

hildebrando.chaviano@yahoo.com
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LA APOLOGÍA DE UN FRACASO





El discurso clausura de la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, fue uno más en la larga serie de discursos que hemos tenido que escuchar los cubanos a lo largo de cincuenta años de Revolución. De los llamados patrióticos a las amenazas, de los informes huecos a las promesas, sin dejar de tocar el punto referente a “lasincera voluntaddeCubadesolucionardefinitivamenteeldiferendoconEstadosUnidos”, que sincera y definitivamente aburre.
Es pública y notoria la incapacidad del gobierno cubano y del socialismo para lograr encausar el país en el sendero del desarrollo económico. En términos beisboleros nos encontramos ante un equipo mal entrenado, mal vestido y sin motivación, con una técnica obsoleta y tácticas y estrategias absolutamente desligadas de la realidad, sumado esto a un manager incapaz y un cuerpo de dirección que sólo asiente a cuanta locura se le ocurra al director. Con un equipo así a nadie se le ocurriría ganar un campeonato, pero ahí vamos, disciplina y fe en la ¿victoria? es lo que hace falta, nadie, durante medio siglo, ha podido hacerle la más mínima crítica o sugerencia al director del equipo, so pena de ser declarado traidor.
Frases tales como “hacer sostenible el socialismo”, “el desarrollo de la agricultura es un asunto de seguridad nacional”, o “se impone liberar en esta esfera, como en todas las demás, a las fuerzas productivas de restricciones para su desarrollo”, son carentes de sentido.
Lo que se impone en realidad es cambiar el sistema económico de monopolio estatal sobre los medios de producción, que mantiene frenada la productividad, a un sistema de economía de mercado que estimule las fuerzas productivas. Cambiar el sistema político dictatorial por un sistema democrático con tripartición de los poderes del Estado, y respeto a los derechos civiles y políticos de los ciudadanos, entre ellos, la libertad de expresión, de información, de reunión, de asociación, y la libertad de elegir a los gobernantes.
Cuba necesita que no se persiga ni reprima a nadie por tener un radio de onda corta, o un teléfono celular, o una computadora. Que las hordas fascistas dirigidas por la policía política no golpeen en las calles a manifestantes pacíficos que abogan por sus derechos conculcados. Cuba necesita que la tierra sea entregada en propiedad a quien esté dispuesto a trabajarla, que los centros de producción y servicios pasen a manos de quienes puedan hacerlos funcionar con eficiencia y no sigan en manos de una burocracia parásita que vive a expensas del pueblo.
En fin, lo que menos necesitamos son discursos manidos que no llevan a ninguna parte, ni dirigentes reciclados y vueltos a reciclar que muestran como logros una larga lista de ex-esposas cómodamente asentadas en casas de la extinta burguesía criolla.
No necesitamos tampoco que los dirigentes y sus familiares se hospeden en lujosos hoteles y casas de Varadero, cayos adyacentes a la isla, y otros sitios de la geografía nacional, así como en viajes de trabajo/placer al exterior. Esto también va contra las facturas que reciben regularmente, lo cual los mantiene alejados de las penurias cotidianas del cubano.
Nuestro país, para vergüenza nuestra, sobrevive gracias a la buena voluntad –o intereses egoístas- de mecenas provenientes de cualquier lugar del planeta. Desde que se acabó el maridaje con la Unión Soviética, cualquier cosa viene bien, un préstamo de aquí, una ayudita de allá, unos médicos exportables y explotados obligados por las circunstancias, y así sin poder salir del pantano en que nos metió la irresponsabilidad de nuestros líderes y donde nos mantiene su tozudez y miedo a los cambios inevitables.
Las amenazas proferidas contra la sociedad civil ya no intimidan a nadie, hagan lo suyo, de todos modos el tiempo para los geriócratas llega a su fin como le llegó a sus parientes los dinosaurios.

hildebrando.chaviano@yahoo.com
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DERECHOS HUMANOS VS. REPRESIÓN INHUMANA

El día diez de diciembre, el movimiento opositor cubano celebró el Día Internacional de los Derechos Humanos. De una forma u otra se recordó la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.
Las Damas de Blanco, dignas representantes de la mujer cubana, salieron a la calle para abogar por los suyos sin más armas que el amor por la libertad. Sus hijos y esposos fueron condenados a largas penas de prisión hace más de seis años, por “infracciones” y “delitos” tales como: poseer un radio receptor, tener habilitada una biblioteca en su domicilio, recoger firmas para el Proyecto Varela de acuerdo con la propia Constitución de la República, divulgar noticias públicas y verídicas, distribuir ejemplares de la Declaración Universal de Derechos Humanos, entregar medicamentos gratuitamente a personas necesitadas, y así toda una serie de hechos sólo punibles en la Cuba de hoy.
Estas mujeres fueron agredidas verbal y físicamente por una horda lacayuna convocada por la policía política del régimen. ¿Será que en un país donde falta casi todo lo necesario para vivir, están en falta la vergüenza y los principios morales? Jóvenes de ambos sexos y otros no tan jóvenes conformaban la jauría, y para completar la obra, la misma policía política aparentaba proteger a las manifestantes del ataque brutal que ellos mismos orquestaron.
Las libertades de reunión, asociación, expresión, información y de movimiento, son algunos de los derechos refrendados en la antes citada Declaración y en los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos, establecen normas que van más allá de los intereses particulares de cualquier gobierno, tienen un carácter general y sólo las dictaduras les temen y hacen hasta lo imposible para no aplicarlas. Cuba como nación es firmante de los mencionados documentos.
Vejar y golpear mujeres no es sólo una violación de sus derechos, sino también una falta de hombría en el sentido más conocido de la palabra.

hildebrando.chaviano@yahoo.com
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