jueves, 24 de diciembre de 2009

LA APOLOGÍA DE UN FRACASO





El discurso clausura de la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, fue uno más en la larga serie de discursos que hemos tenido que escuchar los cubanos a lo largo de cincuenta años de Revolución. De los llamados patrióticos a las amenazas, de los informes huecos a las promesas, sin dejar de tocar el punto referente a “lasincera voluntaddeCubadesolucionardefinitivamenteeldiferendoconEstadosUnidos”, que sincera y definitivamente aburre.
Es pública y notoria la incapacidad del gobierno cubano y del socialismo para lograr encausar el país en el sendero del desarrollo económico. En términos beisboleros nos encontramos ante un equipo mal entrenado, mal vestido y sin motivación, con una técnica obsoleta y tácticas y estrategias absolutamente desligadas de la realidad, sumado esto a un manager incapaz y un cuerpo de dirección que sólo asiente a cuanta locura se le ocurra al director. Con un equipo así a nadie se le ocurriría ganar un campeonato, pero ahí vamos, disciplina y fe en la ¿victoria? es lo que hace falta, nadie, durante medio siglo, ha podido hacerle la más mínima crítica o sugerencia al director del equipo, so pena de ser declarado traidor.
Frases tales como “hacer sostenible el socialismo”, “el desarrollo de la agricultura es un asunto de seguridad nacional”, o “se impone liberar en esta esfera, como en todas las demás, a las fuerzas productivas de restricciones para su desarrollo”, son carentes de sentido.
Lo que se impone en realidad es cambiar el sistema económico de monopolio estatal sobre los medios de producción, que mantiene frenada la productividad, a un sistema de economía de mercado que estimule las fuerzas productivas. Cambiar el sistema político dictatorial por un sistema democrático con tripartición de los poderes del Estado, y respeto a los derechos civiles y políticos de los ciudadanos, entre ellos, la libertad de expresión, de información, de reunión, de asociación, y la libertad de elegir a los gobernantes.
Cuba necesita que no se persiga ni reprima a nadie por tener un radio de onda corta, o un teléfono celular, o una computadora. Que las hordas fascistas dirigidas por la policía política no golpeen en las calles a manifestantes pacíficos que abogan por sus derechos conculcados. Cuba necesita que la tierra sea entregada en propiedad a quien esté dispuesto a trabajarla, que los centros de producción y servicios pasen a manos de quienes puedan hacerlos funcionar con eficiencia y no sigan en manos de una burocracia parásita que vive a expensas del pueblo.
En fin, lo que menos necesitamos son discursos manidos que no llevan a ninguna parte, ni dirigentes reciclados y vueltos a reciclar que muestran como logros una larga lista de ex-esposas cómodamente asentadas en casas de la extinta burguesía criolla.
No necesitamos tampoco que los dirigentes y sus familiares se hospeden en lujosos hoteles y casas de Varadero, cayos adyacentes a la isla, y otros sitios de la geografía nacional, así como en viajes de trabajo/placer al exterior. Esto también va contra las facturas que reciben regularmente, lo cual los mantiene alejados de las penurias cotidianas del cubano.
Nuestro país, para vergüenza nuestra, sobrevive gracias a la buena voluntad –o intereses egoístas- de mecenas provenientes de cualquier lugar del planeta. Desde que se acabó el maridaje con la Unión Soviética, cualquier cosa viene bien, un préstamo de aquí, una ayudita de allá, unos médicos exportables y explotados obligados por las circunstancias, y así sin poder salir del pantano en que nos metió la irresponsabilidad de nuestros líderes y donde nos mantiene su tozudez y miedo a los cambios inevitables.
Las amenazas proferidas contra la sociedad civil ya no intimidan a nadie, hagan lo suyo, de todos modos el tiempo para los geriócratas llega a su fin como le llegó a sus parientes los dinosaurios.

hildebrando.chaviano@yahoo.com
http://hchaviano5.blogspot.com


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