jueves, 29 de abril de 2010

PREPAREN LAS MANDARRIAS

En el año 1917 se produjo la revolución bolchevique en Rusia y a partir de ese momento comenzó a elaborarse la gran estafa que duró hasta la caída del Muro de Berlín en 1989 y con ello, como bien diría alguien de por acá dado a las frases célebres, el “desmerengamiento” del llamado campo socialista con sus correspondientes bloques; el Pacto de Varsovia, y el Consejo de Ayuda Mutua Económica. Pero esto es historia antigua, las actuales generaciones de latinoamericanos que no conocieron aquella época gloriosa de los domingos rojos, los alimentos racionados, los gigantescos y aterrorizantes desfiles militares, las invasiones a países vecinos y la falta más absoluta de libertades y derechos ciudadanos, están abocados a la oportunidad histórica de sufrir la experiencia sovietizante en carne propia.
El sueño de los jerarcas de Moscú y de los líderes revolucionarios de los años 50 y 60, se hace realidad, se acabaron los ricos, al fin la pobreza se va a generalizar aunque para lograrlo tenga que sacrificarse todo el desarrollo alcanzado por poco que haya sido. Cuando Carlos Marx, el ideólogo por antonomasia del socialismo, dijo que las condiciones para la construcción (¿?) de una sociedad de este tipo estarían dadas en el “eslabón más fuerte de la cadena capitalista”, quizás pensó que sus seguidores serían líderes preparados para poner en práctica sus ideas, o cuando menos, dotados de sentido común. Lo que no pudo imaginar, es que una pandilla llena de odios y ambiciones personales, y armada de una ideología mal estudiada y peor aprendida, ha decidido resucitar lo que no pasó nunca de ser una corriente filosófica más y de la cual en su momento se sirvieron Lenin, Stalin, Mao, Hitler, Mussolini, Castro, Pol Pot y otros, con más penas que glorias.
El ALBA, ese proyecto sin pies ni cabeza promovido por un personaje tragicómico crecido a la sombra de otro personaje también trágico, pero sin nada de cómico, no tiene futuro, porque los países escogidos son de los eslabones más débiles de la cadena capitalista, lo cual viola una premisa del propio marxismo, y porque el socialismo de cualquier tipo es disfuncional per se, no estimula la creación de riquezas y agota las existentes. Si a estas condiciones sumamos la olímpica incompetencia del cerebro pensante del engendro, demostrada en más de medio siglo de fracasos, errores y horrores, y la proverbial ignorancia del promotor, poco habría que decir sino, ¿Cuál será el muro a derribar esta vez?
Hildebrando.chaviano@yahoo.com
http://hchaviano5.blogspot.com

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