martes, 24 de mayo de 2011

MANIFESTACIONES PACIFICAS Y POSICIONES INSOSTENIBLES





Cuando el odio y los prejuicios dominan los actos de una persona, el resultado no va a ser bueno. Si esa persona es además un líder político, pueden ocurrir dos cosas, se comete una injusticia, o se cae en un papelazo.

La “reflexión” del día 20 de mayo en el órgano oficial, entre digresiones, frases soeces e incoherencias, trae un párrafo antológico, el cual transcribo integro. “Una pregunta sí hay que hacerla casi de inmediato: ¿qué pasará en España donde las masas protestan en las ciudades principales del país porque hasta el 40% de los jóvenes están desempleados, para citar solo una de las causas de las manifestaciones de ese combativo pueblo? ¿Es que acaso van a iniciarse los bombardeos a ese país de la OTAN?”

Como diría un español, tiene bemoles. Durante varios días de protestas, con las calles y plazas tomadas por los manifestantes pacíficos, no se ha visto a la policía arremeter a bastonazos ni lanzar gases contra la multitud, ni a los tanques aplastar jóvenes o disparar indiscriminadamente, o a helicópteros y aviones ametrallar indefensos.

Queda claro que la situación en España es de las que un sistema democrático prevé y ampara, no hay represión porque hay libertad. No ocurrió así en Libia, donde el régimen despótico se negó a escuchar las justas demandas de los ciudadanos y lanzó al ejército y la policía a exterminar civiles desarmados. No intervenir a favor de los masacrados hubiera sido criminal.

En Cuba, se golpea y encierra a los opositores, hombres y mujeres, sin siquiera manifestarse, solo por hacer acto de presencia en algún lugar que por despóticas razones les está vedado, aunque este lugar sea una casa particular. La actitud del gobierno cubano en cuanto a manifestaciones pacíficas se refiere, es semejante a la del régimen libio, y contraria a la de las autoridades españolas.

Los cubanos no deseamos para nuestro país la tragedia que vive el pueblo libio, no queremos invasiones ni bombardeos, tampoco queremos ser odiados y reprimidos por el hecho de pensar diferente. Cuba es de todos los cubanos, no de un partido o de un caudillo, por muchas reflexiones que haga.



hildebrando.chaviano@yahoo.com



martes, 17 de mayo de 2011

MORIR POR LA PATRIA

Juan Wilfredo Soto García murió porque los parques, las plazas y las calles, son de Fidel. Aunque suene increíble, este es el fundamento aberrante que impide a los ciudadanos que no comulgan con las ideas del régimen, acceder a ciertos sitios que por ley, son públicos.

Esta situación me recuerda aquellas historias racistas, donde los negros paseaban por un área del parque, mientras los blancos lo hacían por otra. En aquel entonces, ambos, blancos y negros, accedían al mismo parque con el requisito ignominioso de no mezclarse.

Hoy la ignominia llega al extremo de ser motivada por las diferencias de ideas. ¿Tendrán plena conciencia los esbirros de la tiranía, de lo denigrante que resulta para ellos mismos y para la imagen del país su actuación intimidatoria y cobarde, cuando impiden o pretenden impedir la presencia pacífica de algún opositor en lugares que por derecho son suyos?

Las fuerzas represivas del gobierno cubano bloquean el acceso a los domicilios privados de los opositores cada vez que se les antoja, detienen y maltratan físicamente y de palabra a personas que no les ofrecen resistencia, por el placer de hacerlo y porque así se les ordena.

El régimen se afana ahora en demostrar, que Juan Wilfredo no fue golpeado por la policía, cosa que nadie cree, conociendo los antecedentes de los órganos de orden interior cubanos. Pero aun así, suponiendo que esta vez tuvieran razón y no hayan usado las tonfas que tanto les gustan, las patadas y las esposas apretadas en las muñecas, ¿qué derecho les asistía para sacar del parque a un ciudadano cubano que opositor o no, sólo discutía de pelota con otros cubanos?

En el caso más creíble, de que sí haya sido golpeado con la saña habitual, la muerte del opositor recae directamente sobre el o los agentes que lo detuvieron, por cuanto la causa desencadenante del deceso no fueron sus enfermedades, sino los golpes que agudizaron su delicado estado de salud.

La sobrina entrevistada para la televisión cubana, dio fe de una inflamación que el occiso le mostró y que abarcaba el lado izquierdo de la parte inferior y media de la espalda. Los médicos pasaron por alto este signo, visible hasta para una persona no entrenada. Según manifiesta la mencionada sobrina, Juan Wilfredo le pidió que le frotara con mentol la zona inflamada, porque le dolía.

El gobierno cubano no debe caer en la actitud infantil, y que me perdonen los infantes, de negar a priori la golpiza y atrincherarse, sino investigar con seriedad los hechos y someter a los culpables a la acción de la justicia.

Los opositores políticos, esto es, las personas que pensamos distinto en cuanto a las vías para solucionar los problemas acumulados en la nación durante más de cincuenta años de tiranía, no somos enemigos de la patria, ni de los otros cubanos, ni siquiera de los esbirros que nos reprimen.

Somos enemigos de las muertes injustas e injustificables, del asedio a las casas de los opositores, de las detenciones arbitrarias, de la falta de libertades y derechos ciudadanos, del odio entre hermanos, y del terror y la ignorancia a que nos someten.

Somos enemigos, en última instancia, de que a los ocho aspectos mencionados en La Historia Me Absolverá, se hayan sumado 313 lineamientos que no son más que otros tantos errores y horrores de la dirección del país.















miércoles, 11 de mayo de 2011

BIEN HECHO


Aspillaga fue un oficial de la inteligencia cubana que desertó en un país europeo, y puso a correr a sus colegas, cuando les dio plazo para denunciar la presencia de todos ellos en las estaciones de espionaje del gobierno cubano en el viejo continente.

Aquello trascendió y Aspillaga fue declarado enemigo “no público” número uno, por el régimen de La Habana. Fue localizado y se planificó ejecutarlo, entiéndase asesinarlo, para castigar al lengüilargo.

Un día, el órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba publicó en varias de sus páginas un reportaje con lujo de detalles sobre la planificación, puesta en marcha y ejecución del operativo en que se daba muerte, en plena vía pública, al traidor.

Sin juicio, sin oportunidad de defenderse en un proceso penal civilizado y justo de acuerdo con las leyes cubanas, así fue como se trató el caso Aspillaga, sin contemplaciones, un ex compañero de armas fue designado para matarlo.

Después de hacerse público el operativo homicida, cuando las cosas se enfriaron, resultó que todo no había sido más que un fiasco de la Seguridad del Estado cubana, no hubo muerto, y eso no le gustó al gobernante, por lo que de inmediato “se tomaron medidas” con el o los responsables de perdonarle la vida a Aspillaga y haberle tomado el pelo al alto mando.

Hoy, leemos en ese mismo órgano de prensa que el Presidente de los Estados Unidos logró la liquidación quirúrgica del homicida múltiple Osama Bin Laden, y el ex gobernante cubano o quien escribe por él, se deshace en lamentos y acusaciones.

¿Será que  siente algo de simpatía por el criminal que enlutó Norteamérica? ¿Será un poquito de envidia o celo profesional, por la limpieza y efectividad de la acción? Como quiera que sea, hay un criminal menos en el mundo, y Aspillaga, anda por ahí.



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