Cuando el odio y los prejuicios dominan los actos de una persona, el resultado no va a ser bueno. Si esa persona es además un líder político, pueden ocurrir dos cosas, se comete una injusticia, o se cae en un papelazo.
La “reflexión” del día 20 de mayo en el órgano oficial, entre digresiones, frases soeces e incoherencias, trae un párrafo antológico, el cual transcribo integro. “Una pregunta sí hay que hacerla casi de inmediato: ¿qué pasará en España donde las masas protestan en las ciudades principales del país porque hasta el 40% de los jóvenes están desempleados, para citar solo una de las causas de las manifestaciones de ese combativo pueblo? ¿Es que acaso van a iniciarse los bombardeos a ese país de la OTAN?”
Como diría un español, tiene bemoles. Durante varios días de protestas, con las calles y plazas tomadas por los manifestantes pacíficos, no se ha visto a la policía arremeter a bastonazos ni lanzar gases contra la multitud, ni a los tanques aplastar jóvenes o disparar indiscriminadamente, o a helicópteros y aviones ametrallar indefensos.
Queda claro que la situación en España es de las que un sistema democrático prevé y ampara, no hay represión porque hay libertad. No ocurrió así en Libia, donde el régimen despótico se negó a escuchar las justas demandas de los ciudadanos y lanzó al ejército y la policía a exterminar civiles desarmados. No intervenir a favor de los masacrados hubiera sido criminal.
En Cuba, se golpea y encierra a los opositores, hombres y mujeres, sin siquiera manifestarse, solo por hacer acto de presencia en algún lugar que por despóticas razones les está vedado, aunque este lugar sea una casa particular. La actitud del gobierno cubano en cuanto a manifestaciones pacíficas se refiere, es semejante a la del régimen libio, y contraria a la de las autoridades españolas.
Los cubanos no deseamos para nuestro país la tragedia que vive el pueblo libio, no queremos invasiones ni bombardeos, tampoco queremos ser odiados y reprimidos por el hecho de pensar diferente. Cuba es de todos los cubanos, no de un partido o de un caudillo, por muchas reflexiones que haga.
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