Es un hecho; el mundo perdió la memoria. Ni los hibakushas (sobrevivientes de las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki), ni el propio Fidel Castro, recuerdan que la Crisis de Octubre o Crisis de los Cohetes, fue provocada por la decisión temeraria e irresponsable del ahora “pacifista en jefe”, de autorizar a los “hermanos” imperialistas soviéticos para que instalaran en el territorio cubano misiles nucleares de largo alcance.
Tampoco se recuerda la vehemente y fanática solicitud del “compañero pacifista en jefe” al entonces Primer Ministro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Nikita Kruschov “…dé usted el primer golpe…”. El “bolo”, imperialista y todo, pero cuerdo, le respondió entonces que el mundo se incendiaría en una guerra, y su isla (ésta), sería la primera en incendiarse.
Este mismo Fidel Castro, reverenciado por desmemoriados nacionales y extranjeros, quiso convertir a Cuba y el resto del mundo en una gigantesca Hiroshima, y hasta le dio una perreta cuando el buen juicio se impuso y nadie escuchó sus atolondradas razones en defensa de un supuesto derecho, a tener armas nucleares que apuntaran a los Estados Unidos.
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