jueves, 30 de agosto de 2012

Elecciones en Cuba. ¿Para Qué?



Próximamente serán celebrados comicios en Cuba, el Partido Comunista se apresta a presentar sus candidatos, muchos no quieren desempeñar el honroso cargo de delegado de circunscripción, porque es igual que decir don nadie, lleva y trae, bueno para nada o cortina rompe vientos entre las necesidades del pueblo y los responsables de satisfacerlas. Por esa razón se mudan de domicilio, se van en una misión internacionalista a donde sea, o entregan el carné rojo en un rapto de vergüenza o por cansancio.
En estas elecciones tanto los electores como los elegidos saben de antemano quien va a ser el ganador. Aquí no hay campañas electorales porque no son necesarias, los delegados de circunscripción, a fin de cuentas, no son importantes para el sistema a pesar de ser sometidos al mismo filtro de las Comisiones de Candidatura y Electorales, ambas creadas, dirigidas y supervisadas por el Partido Comunista.
Las asambleas municipales y provinciales son, supuestamente, órganos de gobierno, pero la Asamblea Nacional es, sin embargo, el máximo órgano legislativo. ¿Cómo es posible que una institución que en las instancias inferiores es órgano ejecutivo, en la máxima instancia se convierta en un órgano legislativo del cual se desprende, como apéndice que lo domina todo, el Consejo de Estado, el cual asume en si los poderes ejecutivo y legislativo?
Un grupito auto elegido, no por casualidad todos miembros del Comité Central del Partido, es el que decide el destino del país sin que pueda ser sometido a críticas, con total impunidad para equivocarse, corregirse y volverse a equivocar.
La legislación cubana está llena de trucos, subterfugios y pasajes oscuros, todo debidamente estudiado para garantizar la permanencia de los mismos de siempre en el poder, los que hacen las leyes, las ejecutan, y no son controlados sino por ellos mismos. La Ley Electoral no escapa a la perversión de un sistema creado para perpetuarse, aunque solo sirva para que una pandilla de inútiles corruptos someta a todo un pueblo a experimentos desquiciados que nadie sabe a donde irán a parar.
Las elecciones en Cuba no son serias, hay trampas en el proceso para que el pueblo no tenga capacidad de elegir un candidato que de verdad lo represente en cualquiera de las instancias de poder. Mientras tanto, al Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Ricardo Alarcón de Quesada, no se le borra de la memoria la nefasta reunión en la UCI donde se le ocurrió vaticinar un desastre aéreo colosal si el órgano que él “dirige” deroga las disposiciones absurdas que restringen la libertad de los cubanos para viajar.

jueves, 16 de agosto de 2012

Idiotismo Mediático.



A la prensa nacional le ha dado por usar la expresión “terrorismo mediático”, con la connotación de algo delictivo y siniestro. De hecho, el terrorismo mediático existe; la penetración no autorizada en cuentas y sitios ajenos, el robo de identidad, la creación y difusión de virus informáticos, son actividades que pueden producir daños materiales y económicos, incluso, hasta inocentes video juegos crean traumas psíquicos en niños y jóvenes, lo que puede llevarlos a  la comisión de delitos o al suicidio; así mismo, los medios modernos de comunicación basados en Internet, se prestan a actos tan repudiables como la pornografía infantil y la incitación a la violencia y el racismo.
Todos estarán de acuerdo, en que el sistema legal de cada país y el derecho internacional, deben recoger medidas coercitivas que limiten el efecto nocivo que el mal uso de Internet causa a nivel global, pero de ahí, a considerar terrorismo mediático el libre flujo de la información y las comunicaciones, hay un largo trecho. El uso del correo electrónico, Google, Facebook, Twitter, Youtube, Wikipedia y demás medios que facilitan y estimulan las relaciones interpersonales y el desarrollo del conocimiento universal, no es para nada peligroso o desestabilizador en sociedades normales.
Decir eso, es estar de acuerdo con la quema de la Biblioteca de Alejandría, con la persecución de los cristianos en la antigua Roma, con el oscurantismo de la Edad Media y la Santa Inquisición, con el juicio a Galileo y la muerte de Giordano Bruno en la hoguera. Es aprobar el régimen comunista, genocida y retrógrado de Pol Pot en Kampuchea Democrática, con su quema de libros, cierre de universidades y ejecución de intelectuales.
Los países que en los últimos años han sufrido grandes conmociones sociales, no son precisamente los de mayor conectividad a Internet, o los que más usan la telefonía celular. Todos, sin excepción, se caracterizan por haber sido gobernados por regímenes despóticos anclados en el poder por decenios.
Las revueltas ciudadanas en los países árabes y la consiguiente caída de sus gobernantes, se deben a la falta de libertad, a la violación consuetudinaria de los derechos humanos, a las diferencias sociales cada vez más profundas entre la clase dirigente y el pueblo, y a la toma de conciencia de una significativa cantidad de jóvenes que lideraron los movimientos.
En los países donde el uso de Internet, computadoras y teléfonos celulares está más extendido, las protestas sociales no degeneran en guerras civiles; existen mecanismos cívicos para demandar y cambiar a los gobernantes si es preciso. Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte no llegaron a conocer siquiera la radio o el teléfono.
El gobierno cubano, en su paranoico afán de mantener el monopolio de la información y las comunicaciones, se atreve a tildar de ilegales los servicios gratuitos de Internet que facilita la Oficina de Intereses de los Estados Unidos a todo el que lo necesite, sin otro requisito que el usuario conozca el manejo del equipo.
En todo el mundo se impone cada vez más el uso de sistemas de conexión inalámbrica brindados de forma gratuita, pero los gobernantes cubanos se espantan ante la idea de una laptop con Wi Fi  en las manos de un ama de casa o un estudiante.
Al decir del señor Presidente de la Asamblea Nacional, “si a todos los habitantes  del planeta se les ocurriera conectarse a Internet de forma inalámbrica, el éter se congestionaría”,… o todos serían terroristas”.


lunes, 13 de agosto de 2012

Discrepar o No Discrepar.


No hay quien entienda a ciertos dirigentes y periodistas oficialistas cubanos cuando repiten hasta la saciedad la urgencia de expresarse con libertad, el derecho del ciudadano a la información y la transparencia administrativa.

Todo eso está muy bien, pero, pasados cincuenta años de censura, persecución de ideas, leyes amordazantes, estrechez mental, cárcel, fusilamientos y destierros, es difícil cumplir con el precepto martiano de “Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía.”

Discrepar, disentir, es todavía peligroso en Cuba, a pesar de las palabras del señor Presidente cuando expresó en la Primera Conferencia Nacional del Partido (comunista): “Es preciso acostumbrarnos todos (sic) a decirnos las verdades de frente, mirándonos a los ojos, discrepar y discutir, discrepar incluso de lo que digan los jefes, cuando consideramos que nos asiste la razón,” pero, inmediatamente el menor de los Castro hace la siguiente acotación “como es lógico, en el lugar adecuado, en el momento oportuno y de forma correcta.” Quiere decir que sin permiso no se puede, que pueden expresarse pero no tanto, porque los dictadores también tienen su corazoncito y a veces se molestan.

Para los gobernantes cubanos, que entre escándalos de corrupción y locuras económicas han dilapidado el tesoro nacional, constituye una agresión que un periodista independiente, desde Cuba, les diga irresponsables, ineptos y corruptos, lo cual, si vamos a los hechos, es la pura verdad.

Los que dirigen hoy, con contadas y oportunistas excepciones, llevan en esa función más de medio siglo, y la prensa oficial no puede atreverse a exigir transparencia o una verdadera rendición de cuentas de los máximos responsables que no son otros, sino los llamados líderes históricos.

La prensa independiente, siguiendo el legado martiano, tiene una función de saneamiento al sacar a la luz la disfuncionalidad del sistema y la incapacidad de sus dirigentes. La libertad de expresión no la garantiza una exhortación eufórica del Presidente, sino la derogación de las leyes que la impiden.

hildebrando.chaviano@yahoo.com

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jueves, 2 de agosto de 2012

Castro Justicia



Es cierto que Ángel Carromero Barrios y Jens Aron Modig no eran los clásicos turistas europeos buscadores de sol y sexo a que estamos acostumbrados por acá, ambos venían en una misión sin egoísmos; la de apoyar proyectos de la disidencia cubana como el Movimiento Cristiano Liberación, dirigido por Oswaldo Payá Sardiñas, promotor del vilipendiado y no publicado Proyecto Varela.

El mencionado proyecto, que junto al resto de su obra le valió a Payá el otorgamiento del Premio Sajarov, fue en su momento el esfuerzo pacífico más significativo por lograr cambios democráticos en nuestro país. Eso bastó al régimen de los Castro para señalarlo como un enemigo a muerte.

Los llamados mercenarios por el gobierno cubano, son personas que se han cansado de que el ciudadano esté en función del Estado y no como debería ser, y de que el futuro de sus hijos esté en manos de dirigentes corruptos e ineptos que sostienen por la fuerza un sistema político-económico inviable desde hace mucho tiempo.

Para defender este sistema, el gobierno cubano declara fuera de la ley el acceso libre a Internet; la preparación de profesionales de la prensa no subordinados a la censura partidista; la organización de partidos políticos y organizaciones no gubernamentales; las reuniones y manifestaciones pacíficas; y hasta los intentos de salida del país.

Precisamente en el intento de salir del país hace algunos años, resultaron muertos en oscuras circunstancias dos ciudadanos que habían ocupado una embarcación con el objetivo de abandonar el paraíso del Caribe; así mismo fueron ejecutados los ocupantes del remolcador “13 de Marzo”, embestidos por otros tres remolcadores tripulados por sicarios del régimen que al no bastarles el hecho del abordaje y hundimiento de la embarcación, la emprendieron a barrer con chorros de agua la cubierta del barco que se hundía y ahogar a los que lograban seguir a flote, cuarenta cubanos, incluidos diez menores de edad, murieron en la masacre; dos avionetas civiles fueron derribadas sobre aguas internacionales por aviones de la Fuerza Aérea Revolucionaria, lo que llevó a la muerte a cuatro pilotos que, según aseguran las autoridades cubanas, amenazaban con bombardear la Ciudad de La Habana con algo tan peligroso como volantes anticastristas; en el año 2003, un grupo de jóvenes que habían secuestrado una embarcación, fueron juzgados sumariamente como escarmiento y en menos de 72 horas tres de ellos resultaron fusilados y el resto condenado a penas entre 30 años de privación de libertad y cadena perpetua.

La ley penal cubana no contempla penas tan severas para la salida ilegal ni para el secuestro de embarcaciones, más cuando en el hecho no hubo daños materiales ni se puso en peligro la vida humana.

Cuando al gobierno cubano no le han bastado sus propias leyes, inventan otras al estilo de la Ley 88, conocida como “Ley Mordaza”, o sencillamente acuden al asesinato público y brutal como en el intento fallido del caso Aspillaga, ex agente de la Inteligencia cubana que desertó en Europa; o a oportunas, repentinas y particularmente mortíferas enfermedades de origen desconocido, o a retirarle el agua a un preso en huelga de hambre hasta morir, o el exceso de celo de unos policías que con golpes de tonfa provocan una pancreatitis aguda en Santa Clara, o al accidente automovilístico al más puro estilo “rápido y furioso”.

En el caso del “accidente” que costó la vida a Oswaldo Payá y a Harold Cepero, a pesar del esfuerzo propagandístico desplegado por el gobierno cubano, los argumentos no convencen, entre otras cosas: porque sigue sin ser visto por ninguna parte el árbol fatal; en las fotos aparecidas en Internet, aparecen huellas de golpes en la parte posterior del vehículo, que no se ven en las mostradas en el Noticiero de la Televisión Cubana aunque se supone sean las mismas; un tiempo atrás, la desaparecida Laura Pollán sufrió un ataque similar; hace unas semanas el propio Payá fue víctima de un accidente provocado por un vehículo que lo embistió hasta volcarlo; la hija del líder opositor recibió poco antes de los hechos una llamada desde el automóvil en que viajaba su padre, que le advertía la persecución de que eran objeto por un camión que los embestía para sacarlos de la vía.

El modus operandi del delincuente está perfectamente definido; embestir y hundir, embestir y volcar. Raúl Castro acaba de ratificar la orden de que contra los disidentes vale todo, desde agentes y oficiales de la Seguridad del Estado disfrazados de pueblo, hasta sicarios de las Brigadas de Respuesta Rápida o choferes entrenados para matar. La represión es vital para cualquier dictadura, no van a medir métodos ni consecuencias a la hora de deshacerse del que consideren molesto.

El dictador está perdido, lo sabe, y aún así prefiere hablar con el Presidente norteamericano y no con su propio pueblo. La pérdida de posibles interlocutores le deja como única opción hablar con el espejo del baño mientras se afeita, en esto al menos ya tiene experiencia.

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