martes, 22 de septiembre de 2009

EL IMPAGO DE LOS CACHARROS Y OTROS MALES



Cuando hace unos años el hoy rejuvenecido en jefe comprometió al pueblo cubano en una deuda impagable, tanto los alabarderos del régimen como los ignorantes, aplaudieron con entusiasmo las supuestas medidas para el ahorro energético. Los hogares cubanos se llenaron de ollas, calentadores inservibles, hornillas desechables y refrigeradores que se lloviznan.
Amas de casa, jubilados, trabajadores, en fin, el pueblo, se vió de la noche a la mañana en posesión de artículos de mala calidad que no pidió, pero como todo en Cuba, estaba obligado a adquirir o verse en la situación de no poder cocinar los alimentos de su escasa dieta.
¿De qué manera se llegó a este estado compulsivo? Fácil, no más keroseno ni gas, o me compras estos cacharros caros e innecesarios, o no cocinas. La gente se lanzó a comprarlo todo, de cualquier forma, las compras serían a crédito. Pero, sin hábitos ni conocimientos de este sistema se vieron pronto envueltos en más problemas aún de los que tenían.
Una vez más el gobernante tenía una carta bajo la manga. Subió el costo de la electricidad, y cuando digo que él lo subió, es en sentido literal, porque el comandante se valió nada menos que de un decreto presidencial (sic) para imponer su voluntad. No fue mediante una ley promulgada por la Asamblea Nacional, ni un decreto ley del Consejo de Estado, o un decreto del Consejo de Ministros, ni siquiera una resolución ministerial, disposiciones todas estas que podrían haber sido igual de abusivas e impopulares, pero al menos legales. Por el contrario, el jefe supremo hizo uso de su poder omnímodo e impuso una disposición espuria para esquilmar al pueblo hambreado que ahora sí comenzó a entrever la trampa en la venta de los cacharros.
Primero sube los salarios y parece simpático, después plantea que lo mejor y más barato es la electricidad para todo y hasta se ve inteligente. A continuación quita cualquier otro tipo de alternativa energética y vende muchos efectos electrodomésticos comprados a precio de ganga y ofertados a crédito, pero bien caros. Mientras termina de cobrarlos, sube la tarifa eléctrica y… ¡Oh, maravillas del jefe de la camarilla! Tiene ganancias.
He aquí, en síntesis, una de las últimas maldades del gran líder con su propio pueblo. Ahora, bodegueros presionados han llegado al extremo de exigirles a los deudores morosos el pago de la deuda a cambio del ¨cárnico¨ que les corresponde adquirir una vez al mes. Hasta amenazas de encarcelamiento hay por ahí.
Si alguien pensó que este pueblo había tenido suficiente, se equivocó, la dictadura se supera a si misma cada día. Su designio es desposeer a cada cubano de todos sus bienes, sea el salario, el alimento, la libertad, y hasta la propia vida.
Para no variar, siguen los discursos que van de la amenaza al triunfalismo, sin darse cuenta que las llamadas fuerzas productivas van por un lado, y ellos por otro, alegan construir un socialismo autóctono y de nuevo tipo, mientras destruyen hasta los cimientos el país en que nacieron. El pueblo espera, el mundo espera, y ellos se enriquecen.

hildebrando.chaviano@yahoo.com
http://hchaviano5.blogspot.com

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