En el año 1917 se produjo la revolución bolchevique en Rusia y a partir de ese momento comenzó a elaborarse la gran estafa que duró hasta la caída del Muro de Berlín en 1989 y con ello, como bien diría alguien de por acá dado a las frases célebres, el “desmerengamiento” del llamado campo socialista con sus correspondientes bloques; el Pacto de Varsovia, y el Consejo de Ayuda Mutua Económica. Pero esto es historia antigua, las actuales generaciones de latinoamericanos que no conocieron aquella época gloriosa de los domingos rojos, los alimentos racionados, los gigantescos y aterrorizantes desfiles militares, las invasiones a países vecinos y la falta más absoluta de libertades y derechos ciudadanos, están abocados a la oportunidad histórica de sufrir la experiencia sovietizante en carne propia.
El sueño de los jerarcas de Moscú y de los líderes revolucionarios de los años 50 y 60, se hace realidad, se acabaron los ricos, al fin la pobreza se va a generalizar aunque para lograrlo tenga que sacrificarse todo el desarrollo alcanzado por poco que haya sido. Cuando Carlos Marx, el ideólogo por antonomasia del socialismo, dijo que las condiciones para la construcción (¿?) de una sociedad de este tipo estarían dadas en el “eslabón más fuerte de la cadena capitalista”, quizás pensó que sus seguidores serían líderes preparados para poner en práctica sus ideas, o cuando menos, dotados de sentido común. Lo que no pudo imaginar, es que una pandilla llena de odios y ambiciones personales, y armada de una ideología mal estudiada y peor aprendida, ha decidido resucitar lo que no pasó nunca de ser una corriente filosófica más y de la cual en su momento se sirvieron Lenin, Stalin, Mao, Hitler, Mussolini, Castro, Pol Pot y otros, con más penas que glorias.
El ALBA, ese proyecto sin pies ni cabeza promovido por un personaje tragicómico crecido a la sombra de otro personaje también trágico, pero sin nada de cómico, no tiene futuro, porque los países escogidos son de los eslabones más débiles de la cadena capitalista, lo cual viola una premisa del propio marxismo, y porque el socialismo de cualquier tipo es disfuncional per se, no estimula la creación de riquezas y agota las existentes. Si a estas condiciones sumamos la olímpica incompetencia del cerebro pensante del engendro, demostrada en más de medio siglo de fracasos, errores y horrores, y la proverbial ignorancia del promotor, poco habría que decir sino, ¿Cuál será el muro a derribar esta vez?
Hildebrando.chaviano@yahoo.com
http://hchaviano5.blogspot.com
jueves, 29 de abril de 2010
MEMORIA HISTÓRICA Y MENTIROSOS HISTÉRICOS
Una lógica caprichosa y absurda donde pueblo, patria, revolución y gobierno se identifican como una e indivisible cosa que de esta manera se torna en algo amorfo e indefinible, donde una crítica es una agresión, y donde la represión más brutal contra los que se atreven a pensar de forma diferente se llama defensa de la soberanía. Esta es la lógica del totalitarismo fascistoide que somete a este país desde hace más de 50 años.
El hoy primer secretario del partido comunista de Cuba, decía en 1953 durante su defensa por los ataques armados a los cuarteles Moncada y de Bayamo y la toma del Palacio de Justicia y del hospital Saturnino Lora: -“Cuando hablamos de pueblo no entendemos por tal a los sectores acomodados y conservadores de la nación, a los que viene bien cualquier régimen de opresión, cualquier dictadura, cualquier despotismo, postrándose ante el amo de turno hasta romperse la frente con el suelo. Entendemos por pueblo, cuando hablamos de lucha, la gran masa irredenta, a la que todos ofrecen y a la que todos engañan y traicionan, la que anhela una patria mejor y más digna y más justa;”. Hasta aquí la cita, valdría la pena que los dirigentes cubanos incluido el propio Fidel Castro, dedicaran una lectura a este documento subversivo llamado “La Historia me Absolverá”.
Cuando la prensa extranjera, gobiernos y personalidades de todo el mundo condenan al régimen cubano por sus crímenes, condenan justamente al gobierno y no al pueblo que lo sufre, condenan no a la Revolución cubana, sino a los que traicionaron sus ideales democráticos para convertirla en este engendro depauperado. A Cuba nadie la condena porque Cuba es un país bello con un pueblo noble y trabajador y no la dictadura sangrienta que se abroga su representación.
La tiranía está consciente de que con sus mentiras, ocultamiento de las verdades, golpes y cárceles, no se resuelven los problemas del país. Se la pasan buscando a un culpable cuando sólo con mirarse al espejo lo tendrían presente. Sino: ¿Por qué no muestran al pueblo los Pactos sobre Derechos Humanos que el gobierno firmó y hasta ahora se niega a ratificar? ¿Por qué convocó un referendo contra el Proyecto Varela sin haberlo publicado previamente en los órganos de prensa? ¿Por qué hablan del diálogo sostenido entre Silvio Rodríguez y Carlos Alberto Montaner sin hacerlo de público conocimiento? ¿Por qué no hacen públicas las biografías de Orlando Zapata Tamayo y Guillermo Fariñas Hernández? ¿Por qué no nos dejan en paz?
Hildebrando.chaviano@yahoo.com
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El hoy primer secretario del partido comunista de Cuba, decía en 1953 durante su defensa por los ataques armados a los cuarteles Moncada y de Bayamo y la toma del Palacio de Justicia y del hospital Saturnino Lora: -“Cuando hablamos de pueblo no entendemos por tal a los sectores acomodados y conservadores de la nación, a los que viene bien cualquier régimen de opresión, cualquier dictadura, cualquier despotismo, postrándose ante el amo de turno hasta romperse la frente con el suelo. Entendemos por pueblo, cuando hablamos de lucha, la gran masa irredenta, a la que todos ofrecen y a la que todos engañan y traicionan, la que anhela una patria mejor y más digna y más justa;”. Hasta aquí la cita, valdría la pena que los dirigentes cubanos incluido el propio Fidel Castro, dedicaran una lectura a este documento subversivo llamado “La Historia me Absolverá”.
Cuando la prensa extranjera, gobiernos y personalidades de todo el mundo condenan al régimen cubano por sus crímenes, condenan justamente al gobierno y no al pueblo que lo sufre, condenan no a la Revolución cubana, sino a los que traicionaron sus ideales democráticos para convertirla en este engendro depauperado. A Cuba nadie la condena porque Cuba es un país bello con un pueblo noble y trabajador y no la dictadura sangrienta que se abroga su representación.
La tiranía está consciente de que con sus mentiras, ocultamiento de las verdades, golpes y cárceles, no se resuelven los problemas del país. Se la pasan buscando a un culpable cuando sólo con mirarse al espejo lo tendrían presente. Sino: ¿Por qué no muestran al pueblo los Pactos sobre Derechos Humanos que el gobierno firmó y hasta ahora se niega a ratificar? ¿Por qué convocó un referendo contra el Proyecto Varela sin haberlo publicado previamente en los órganos de prensa? ¿Por qué hablan del diálogo sostenido entre Silvio Rodríguez y Carlos Alberto Montaner sin hacerlo de público conocimiento? ¿Por qué no hacen públicas las biografías de Orlando Zapata Tamayo y Guillermo Fariñas Hernández? ¿Por qué no nos dejan en paz?
Hildebrando.chaviano@yahoo.com
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martes, 20 de abril de 2010
REPRESIÓN O MUERTE
Que no haya viandas, frijoles ni carne de cerdo en el mercado, es culpa del ¨bloqueo¨ imperialista, la caída del campo socialista y la crisis económica mundial, agravado esto porque ¨papᨠestado tiene que mantener a un pueblo ¨pichón¨ que lleva medio siglo con la boca abierta sin hacer nada por mantenerse. Aunque pueda parecer broma, estas son las justificaciones que sin ningún sonrojo presenta el gobierno cubano a la opinión pública nacional e internacional ante la evidencia del desastre económico y social que enfrenta el país.
No se dice nada sobre los absurdos planes agrícolas, ganaderos, educacionales o medioambientales salidos de una mente calenturienta e irresponsable, ni de las excursiones guerreristas por todo el planeta al servicio de los intereses soviéticos. En realidad, un país gobernado a capricho por un solo hombre no puede presentar mejores resultados, y de ahí las conquistas que el pueblo debe defender.
Una libreta de racionamiento con una oferta cada vez más disminuida, ingresos de alrededor de 20 dólares mensuales promedio por trabajador, demolición del sistema educacional que alguna vez quiso darse como ejemplo de la creación del hombre nuevo, enormes extensiones de tierras de cultivo ociosas, hospitales sucios y semiderruidos con carencia de médicos y medicamentos, aniquilamiento de la industria azucarera, déficit de cerca de un millón de viviendas y deplorable estado de las existentes, exceptuando las de los elegidos, dos millones de cubanos en el exilio, y así, un rosario interminable de logros revolucionarios.
Qué es lo que el gobierno y el partido único proponen para salir de la crisis, pues nada menos que lo mismo de siempre. El pueblo debe esforzarse más aunque lo que gane no le alcance para nada, los opositores deben ser reprimidos con la máxima bestialidad aunque sean mujeres indefensas, porque en ello va el destino de la revolución, la batalla de ideas se resume a injuriar a la disidencia, golpear, arrestar y dejar morir en huelga de hambre a hombres que son ejemplo de dignidad.
Debe haber muy pocas ideas en las filas del régimen cuando el único recurso que les queda es la violencia física y verbal. Estos viejos líderes plagados de errores y horrores, insisten en llevar hasta el final la mesiánica labor de hacer polvo el país, como para que nadie después de ellos sea capaz de reconstruirlo. La represión desenfrenada y la desinformación masiva no los va a salvar, soltar a los presos políticos les daría el espacio que necesitan para negociar su salida del poder.
hildebrando.chaviano@yahoo.com
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No se dice nada sobre los absurdos planes agrícolas, ganaderos, educacionales o medioambientales salidos de una mente calenturienta e irresponsable, ni de las excursiones guerreristas por todo el planeta al servicio de los intereses soviéticos. En realidad, un país gobernado a capricho por un solo hombre no puede presentar mejores resultados, y de ahí las conquistas que el pueblo debe defender.
Una libreta de racionamiento con una oferta cada vez más disminuida, ingresos de alrededor de 20 dólares mensuales promedio por trabajador, demolición del sistema educacional que alguna vez quiso darse como ejemplo de la creación del hombre nuevo, enormes extensiones de tierras de cultivo ociosas, hospitales sucios y semiderruidos con carencia de médicos y medicamentos, aniquilamiento de la industria azucarera, déficit de cerca de un millón de viviendas y deplorable estado de las existentes, exceptuando las de los elegidos, dos millones de cubanos en el exilio, y así, un rosario interminable de logros revolucionarios.
Qué es lo que el gobierno y el partido único proponen para salir de la crisis, pues nada menos que lo mismo de siempre. El pueblo debe esforzarse más aunque lo que gane no le alcance para nada, los opositores deben ser reprimidos con la máxima bestialidad aunque sean mujeres indefensas, porque en ello va el destino de la revolución, la batalla de ideas se resume a injuriar a la disidencia, golpear, arrestar y dejar morir en huelga de hambre a hombres que son ejemplo de dignidad.
Debe haber muy pocas ideas en las filas del régimen cuando el único recurso que les queda es la violencia física y verbal. Estos viejos líderes plagados de errores y horrores, insisten en llevar hasta el final la mesiánica labor de hacer polvo el país, como para que nadie después de ellos sea capaz de reconstruirlo. La represión desenfrenada y la desinformación masiva no los va a salvar, soltar a los presos políticos les daría el espacio que necesitan para negociar su salida del poder.
hildebrando.chaviano@yahoo.com
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martes, 6 de abril de 2010
OTRO ANIVERSARIO
Amenazas, insultos, promesas, represión y mentiras. Eso fue el discurso del 4 de abril emitido por el presidente Raúl Castro. Por la letra está entre el tango y la ranchera mejicana, por la música, parece un reguetón. Los jóvenes se preguntarán: ¿Y esto es la revolución?, ¿Esto es el socialismo?
Un grupo de ancianos reacios a abandonar el poder pretende seguir con la manipulación de cada generación de cubanos a la que se enfrenta y para lograrlo utilizan el mismo discurso que nos ha traído hasta aquí, como los caballeros de la Mesa Redonda (la de Arturo), en busca del Santo Grial, pero sin honor.
No hay reconciliación a ojos vista, ni desarrollo, ni libertades de las que se hablaba en la Historia me Absolverá. El fundamentalismo castrista ha sumido a Cuba en la miseria, el odio y el miedo, el engaño como política de estado, la represión como filosofía y la apatía, la frustración y la impotencia como resultado final.
Es posible que se las arreglen para seguir ahí, decrépitamente obcecados con el poder, mientras que una nueva hornada de jóvenes entre atemorizados, engañados y oportunistas les hace el juego, pero lo que sí es seguro, es que mientras continúe este experimento diabólico, en nuestra patria no habrá paz, ni desarrollo económico, y cada vez más nos convertiremos en una nueva Haití, eso sí, con médicos, para morirnos de hambre llenos de salud.
hildebrando.chaviano@yahoo.com
http://hchaviano5.blogspot.com
Un grupo de ancianos reacios a abandonar el poder pretende seguir con la manipulación de cada generación de cubanos a la que se enfrenta y para lograrlo utilizan el mismo discurso que nos ha traído hasta aquí, como los caballeros de la Mesa Redonda (la de Arturo), en busca del Santo Grial, pero sin honor.
No hay reconciliación a ojos vista, ni desarrollo, ni libertades de las que se hablaba en la Historia me Absolverá. El fundamentalismo castrista ha sumido a Cuba en la miseria, el odio y el miedo, el engaño como política de estado, la represión como filosofía y la apatía, la frustración y la impotencia como resultado final.
Es posible que se las arreglen para seguir ahí, decrépitamente obcecados con el poder, mientras que una nueva hornada de jóvenes entre atemorizados, engañados y oportunistas les hace el juego, pero lo que sí es seguro, es que mientras continúe este experimento diabólico, en nuestra patria no habrá paz, ni desarrollo económico, y cada vez más nos convertiremos en una nueva Haití, eso sí, con médicos, para morirnos de hambre llenos de salud.
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