martes, 15 de junio de 2010

VOTACIÓN SILENCIOSA

Votaron más de ocho millones de cubanos, y qué? Desfiló por la plaza más de un millón, o lo que sea, y qué? La tiranía se muestra regocijada por haber alcanzado estos números que en realidad no dicen nada al igual que no dicen nada los carteles ni los gritos ni las falsas expresiones de júbilo revolucionario.
Después de esto ¿Aumentarán los productos de la canasta básica? ¿Se verán abarrotados de alimentos los mercados agropecuarios? ¿Desaparecerá definitivamente el marabú de nuestros campos? ¿Aumentará la productividad en nuestro país? ¿Nuestras calles estarán ahora más limpias y con personas mejor educadas? ¿Dejarán de verse los limosneros pedir a los que pasan y buscar alimentos en los tanques de basura? ¿Es que un gobierno tan fuerte y con tanto apoyo del pueblo le permitirá a las Damas de Blanco salir en manifestación silenciosa por la liberación de sus seres queridos, o mejor aún, liberará a los más de doscientos prisioneros políticos que se pudren en nuestras cárceles?
No creo que nada de esto ocurra, el régimen se sabe débil e incapaz de resolver ni siquiera medianamente la infinidad de problemas que se le han acumulado en más de medio siglo de caprichos, disparates e infamias. La senilidad los hace hoy más incapaces que nunca para afrontar la profundización de la crisis interna que nos azota. La respuesta será más represión contra todo lo que pueda parecer disidencia aunque venga de sus propias filas, más desabastecimiento del mercado, más desempleo y pérdida de las supuestas conquistas del socialismo que no fueron más que un espejismo producido gracias a la ayuda interesada de la desaparecida URSS.
Este mismo pueblo que votó y desfiló, es el que mantiene una huelga silenciosa de brazos caídos, el mismo que a la primera oportunidad se va del país por cualquier medio a su alcance, el que roba, perdón,” lucha” para subsistir y lo justifica para no tener de que avergonzarse, el que se queja de los dirigentes y dice que los delegados del poder popular no resuelven ningún problema. Pero como el pueblo se ha visto obligado a tener una doble moral, vota en unas supuestas elecciones inútiles y falsas y asiste a un desfile del que sale cansado, hastiado y asqueado, del gobierno y de si mismo.
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PENA POR CUBA

El régimen gobernante cubano utiliza a la Iglesia Católica y esta se deja utilizar para lanzar una cortina de humo que permita lo que ya se ve, un incremento de la represión contra cualquier actividad opositora. Las reuniones programadas esta semana por la Agenda para la Transición y la Unidad Liberal de la república de Cuba respectivamente, han sido saboteadas por la policía política de Castro, al impedir el acceso de sus integrantes. Para estos señores, la batalla de ideas consiste en un fusilamiento con dogmas y consignas apoyados en la coerción, la amenaza, el espionaje, la prisión y el golpe, nada de ideas.
Temen y odian a los que sí piensan, a los que hacen uso del derecho a la libertad de expresión, de asociación y de reunión. Se podría decir que temen pensar ellos mismos, de todas formas es más cómodo y seguro que otro piense y sólo tener que ejecutar injusticias, después irse a almorzar tranquilamente, sin sentir vergüenza por cumplir órdenes provenientes de una cadena de mando cuyo primer eslabón está recluido en una habitación climatizada, enfundado en un mono deportivo y en pose reflexiva. Los que apoyan este estado de cosas no son buenas personas.
Impedir estas reuniones no es signo de fuerza por muchos policías vestidos de civil que movilicen, están flojitos, y el nivel de la represión es un indicador de su debilidad. El dogmatismo y el inmovilismo están por destruir lo que queda de país, se puede ver que la oposición política interna es cada vez más una alternativa que el gobierno teme porque a pesar del terror, crece. Están jugando al tranque y tienen el doble nueve.
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martes, 1 de junio de 2010

Y DALE CON LO MISMO

Cuando los castro-comunistas nostálgicos hablan de perfeccionar “nuestro socialismo”, se supone que se refieran, entre otras cosas: a lograr una agricultura aún más improductiva, un mayor nivel de corrupción entre los dirigentes revolucionarios, más villas miseria en la periferia de las ciudades, más indigentes en las calles, menos médicos y medicamentos que solidariamente se les envían a los países hermanos, un millón más de desempleados, producto de un reordenamiento laboral que los trabajadores del país del pleno empleo no entienden, los hospitales destartalados, menos productos en los mercados, más represión, más churre y menos libertades ciudadanas (si es esto posible), pero eso sí; habrá abundancia de marchas combatientes, mítines de repudio y votaciones multitudinarias.
Este es el perfeccionamiento que nos espera de este socialismo nuevo y autóctono, que es igualito a los demás socialismos desprestigiados y felizmente desaparecidos. Los chinos y los vietnamitas aprendieron en el camino a construir un capitalismo mondo y lirondo, sin nada que envidiarle al de su vecino Japón, al de Europa y, quien lo diría, al de los mismísimos Estados Unidos. Lo único que se les podría señalar es que tienen la democracia como asignatura pendiente.
Si los dirigentes cubanos quisieran de verdad, sacar a Cuba del pantano en que la han hundido, se dejarían de tanto infantilismo izquierdista y de aferramiento obtuso al poder. El régimen cubano actúa como un inmenso monopolio que impide todo desarrollo, y la situación de la Cuba actual es idéntica, sino peor, que la Cuba sometida al coloniaje español. La libertad no constituye una categoría ideológica, es el fundamento mismo del desarrollo del ser humano y de los países.
El resultado de este tipo de monopolio del más puro estilo colonial en lo político y en lo económico, podría ser un estallido social que llevaría a los gobernantes a perderlo todo por no haber querido o sabido realizar a tiempo los cambios exigidos por la sociedad, o algo tan desastroso para una nación como la abulia haitiana, donde ni los terremotos son capaces de sacarlos del callejón flanqueado por el exilio y la conformidad.
La lectura incompleta de algunos folletos marxistas, sumada a la personalidad caudillista de ciertos líderes, les convierte en los mesías predeterminados para salvar a los pueblos de no se sabe que, porque aunque son críticos acérrimos de la economía de mercado, no dejan de reconocer que aquella es productiva, y no tienen pudor en demandar de los señores capitalistas que los ayuden a construir el socialismo.
De cualquier forma, si algo se aprendió en las lecciones de historia, es que ninguna tiranía ha sido eterna por muy marxista que haya pretendido ser.
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