El régimen gobernante cubano utiliza a la Iglesia Católica y esta se deja utilizar para lanzar una cortina de humo que permita lo que ya se ve, un incremento de la represión contra cualquier actividad opositora. Las reuniones programadas esta semana por la Agenda para la Transición y la Unidad Liberal de la república de Cuba respectivamente, han sido saboteadas por la policía política de Castro, al impedir el acceso de sus integrantes. Para estos señores, la batalla de ideas consiste en un fusilamiento con dogmas y consignas apoyados en la coerción, la amenaza, el espionaje, la prisión y el golpe, nada de ideas.
Temen y odian a los que sí piensan, a los que hacen uso del derecho a la libertad de expresión, de asociación y de reunión. Se podría decir que temen pensar ellos mismos, de todas formas es más cómodo y seguro que otro piense y sólo tener que ejecutar injusticias, después irse a almorzar tranquilamente, sin sentir vergüenza por cumplir órdenes provenientes de una cadena de mando cuyo primer eslabón está recluido en una habitación climatizada, enfundado en un mono deportivo y en pose reflexiva. Los que apoyan este estado de cosas no son buenas personas.
Impedir estas reuniones no es signo de fuerza por muchos policías vestidos de civil que movilicen, están flojitos, y el nivel de la represión es un indicador de su debilidad. El dogmatismo y el inmovilismo están por destruir lo que queda de país, se puede ver que la oposición política interna es cada vez más una alternativa que el gobierno teme porque a pesar del terror, crece. Están jugando al tranque y tienen el doble nueve.
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