Entrevista a Carmen García Juiz y Joan
Liriano García.
Por Hildebrando Chaviano Montes para la
Primavera Digital
Lo que fuera el hogar de esta familia
durante más de treinta años, en la calle
21 casi esquina a L en El Vedado, desde el 24 de septiembre del pasado año es
una ruina sin techo, semejante a las imágenes de archivo que nos llegan de
ciudades Europeas bombardeadas durante
la Segunda Guerra Mundial.
P: -¿Desde cuándo vivían en este lugar?
J: -Desde 1980 aproximadamente.
P: -¿Cuándo ocurrió el derrumbe?
J: -El 24 de septiembre del 2013 esto se
vino abajo.
P: -¿Cuántas personas componen su núcleo
familiar?
J: -Cinco, mi mamá, mi esposa, dos hijas
menores y yo.
P: -¿Por qué no acometieron antes algún tipo de reparación
para evitar la destrucción total del inmueble?
J: -El gobierno del municipio no lo
permitió porque según ellos esto es patrimonio y pertenece a la Oficina de
Eusebio Leal que es la que se encargaría de las reparaciones.
P: -¿Y ahora por qué no reparan?
J: -Lo más que podemos hacer es esto,
compramos dos rollos de papel de techo que costaron $526.00, y con algunas
tablas y las tejas que se salvaron vamos a techar la parte esta que es la de mi
mamá. La otra parte se quedará así hasta que se pueda resolver otra cosa.
P: -¿Qué necesitarían para volver a tener
una casa habitable?
J: Si fuera por nosotros solo la
autorización, el dictamen de Arquitectura con los planos, y los materiales.
Pero por una parte dicen que hay que
respetar las reglas urbanísticas del Vedado y por la otra que primero
hay que demoler. Esto tomaría en total de año y medio a dos años a partir de
que se decidan a hacer algo.
P: -¿Cómo están resolviendo la situación?
J: Mi esposa, las niñas y yo estamos
recogidos por unos familiares de ella con los trastornos que esto trae para
todos, a cada rato hay una discusión y aunque estamos agradecidos, nadie se
siente bien. Mi mamá ha dormido hasta en el parqueo de Radio Rebelde.
P: -¿Cuál ha sido el apoyo de las
autoridades o al menos su respuesta al problema creado?
C: -Al principio venían todos los días,
pero ya no viene nadie por aquí. Una vez
una funcionaria de albergues me propuso que le pidiera ayuda a los vecinos; que
un día me bañara en una casa, que hiciera mis necesidades en otra y así los
fuera rotando hasta no se sabe cuándo porque en el Vedado no hay albergues ni
casas para resolver estas situaciones.
P: -¿Y usted que hizo?
C: -Le dije que se fuera.
P: -¿De qué forma los ayuda el gobierno
municipal?
J: -Nos dan quince pesos por persona para
alimentos, y eso es todo. Otros funcionarios que fuimos a ver nunca nos
recibieron, estaban en la oficina pero nos recibían otras personas que no
podían hacer nada ni les interesaba.
P: -¿Qué esperan entonces del gobierno?
C: -Nada, esto no lo van a resolver nunca,
no les interesa, yo pienso en mi hijo y su familia, porque a mí ya me da lo
mismo, yo quepo dondequiera pero ellos deben tener un lugar para vivir. Y sé
que no van a reconstruir esta casa ni a dar otra vivienda.
J: Mientras, la casa de 19 y N la han
reconstruido para un alto oficial del ejército utilizando todo tipo de
materiales y equipos y la mano de obra de reclusos.
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