martes, 17 de junio de 2014

Justicia y Derechos.



La celebración en La Habana del VII Encuentro Internacional Justicia y Derecho, con la participación de juristas de más de  veinte países, puede considerarse una burla, una falta de respeto, y una ofensa al pueblo cubano. La dictadura más longeva del mundo convoca a la reflexión, el debate y al intercambio de experiencias “relacionados con temas jurídicos que garanticen la búsqueda de estándares superiores y de calidad para seguir conquistando una mayor justicia”.
Hay que ser desvergonzados para hablar de justicia en un país donde se puede encarcelar por parecer peligroso aunque no se cometa ningún delito, donde criticar a los gobernantes es penalizado, donde los abogados de los bufetes colectivos están sujetos a la  aprobación del Departamento de Seguridad del Estado para tener derecho a ejercer su oficio, donde se deporta a los prisioneros políticos a pesar de que esa condena no está prevista en las leyes penales cubanas, donde no existe el derecho de reunión, asociación o libre expresión fuera de las instituciones o bajo los preceptos de monopolio ideológico fijados por el Partido Comunista, un país donde los presos se encuentran hacinados, mal alimentados y sujetos a todo tipo de maltratos físicos y morales, y donde los emigrantes requieren autorización  de las autoridades para regresar a su patria.
Los juristas participantes en el evento, los de adentro y los de afuera, deben ser lo suficientemente cínicos y cobardes, para sentarse a hablar de justicia en medio de diputados elegidos desde arriba y gobernantes por designación que se niegan a ratificar los Pactos sobre Derechos Civiles, Políticos y Económicos. Lo que allí se debata, si es que se debate algo, nunca será de conocimiento de la población, y  los que manifiesten alguna idea no acorde con la línea trazada por los anfitriones, pueden estar convencidos de que nunca más serán invitados ni a un bautizo.

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