En el mercado de 17 y K en el Vedado, están
a la venta algunos productos liberados, entre ellos paquetes de un kilogramo de
galletas de sal elaborados en la fábrica de galletas “La Única” y vendidos al
precio de 25 pesos (moneda nacional).
Está muy bien que se oferten al público
algunos artículos a precios más o menos accesibles, pero lo que no está nada
bien es la calidad de las galletas; duras y quemadas muchas de ellas, o sea, no
comestibles ni para los gorgojos. Harina desperdiciada, energía dilapidada en
los hornos sobre calentados, trabajo inútil de los panaderos y menos alimento
para la población.
En esa fábrica no parece haber control de
la calidad, y si lo hay, las normas deben ser muy relajadas, como para permitir
que en cada bolsa haya un promedio de 20 galletas no aptas para el consumo. En
realidad, parece un hecho intencional, como si se le pasara al consumidor la
factura de la ineficiencia y la chapucería para no tener que dar cuenta de las
pérdidas.
Y que conste, que “La Única” no es la única
fábrica en Cuba donde no se respeta al consumidor, más bien esta es la regla en
los establecimientos comerciales e industrias dirigidas al consumo nacional.
Cuando fábricas y comercios estén en manos de propietarios legítimos y los
trabajadores no tengan que robar para vivir, todo va a funcionar bien.
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