martes, 17 de junio de 2014

Calidad, divino tesoro.

 En el mercado de 17 y K en el Vedado, están a la venta algunos productos liberados, entre ellos paquetes de un kilogramo de galletas de sal elaborados en la fábrica de galletas “La Única” y vendidos al precio de 25 pesos (moneda nacional).
Está muy bien que se oferten al público algunos artículos a precios más o menos accesibles, pero lo que no está nada bien es la calidad de las galletas; duras y quemadas muchas de ellas, o sea, no comestibles ni para los gorgojos. Harina desperdiciada, energía dilapidada en los hornos sobre calentados, trabajo inútil de los panaderos y menos alimento para la población.
En esa fábrica no parece haber control de la calidad, y si lo hay, las normas deben ser muy relajadas, como para permitir que en cada bolsa haya un promedio de 20 galletas no aptas para el consumo. En realidad, parece un hecho intencional, como si se le pasara al consumidor la factura de la ineficiencia y la chapucería para no tener que dar cuenta de las pérdidas.
Y que conste, que “La Única” no es la única fábrica en Cuba donde no se respeta al consumidor, más bien esta es la regla en los establecimientos comerciales e industrias dirigidas al consumo nacional. Cuando fábricas y comercios estén en manos de propietarios legítimos y los trabajadores no tengan que robar para vivir, todo va a funcionar bien.


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