Ahora el castrismo pretende desvirtuar la verdad en el caso de Orlando Zapata Tamayo, prisionero político fallecido el pasado 23 de febrero en el Hospital “Hermanos Ameijeiras”, después de 86 días en huelga de hambre.
No fue precisamente la asistencia médica lo que funcionó mal; de la profesionalidad, integridad y humanismo del personal médico cubano no caben dudas, lo que funciona mal en Cuba desde el año 1959 es el respeto a los derechos humanos. El régimen se ha escudado en la supuesta construcción de una sociedad más justa, y para ello ha recurrido al fusilamiento, destierro y privación de libertad de cualquier opositor. En unos casos los acusa de agentes del enemigo, en otros, de delincuentes comunes como ha ocurrido con Zapata Tamayo.
Este joven negro cubano sólo pedía ser tratado como lo que realmente era, un prisionero político y un ser humano. Su huelga fue el último recurso que el régimen le dejó para reclamar el no ser maltratado por los guardias de las prisiones por donde pasó, el ser separado de los reclusos comunes y permitirle comer de los alimentos suministrados por sus familiares y amigos. El gobierno cubano, como siempre, se comportó con tozudez y prefirió verlo muerto a ceder en cuestiones elementales que aún el tirano Batista concedió a los asaltantes del Cuartel Moncada hasta el momento en que fueron amnistiados.
La descalificación de sus enemigos políticos es el recurso más usado por el castrismo además de la represión más brutal contra cualquier manifestación disidente. El personal de la salud que atendió a Orlando Zapata Tamayo no tiene nada que ver con su fallecimiento, toda la responsabilidad es de los gobernantes y ninguna campaña mediática los limpiará de la infamia.
hildebrando.chaviano@yahoo.com
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