No es extraño, que los resultados de los deportistas cubanos en las categorías superiores y en competencias internacionales, se hayan visto disminuidos en los últimos tiempos. Los supuestos lugares de entrenamiento y formación de valores deportivos en la base, han cedido el puesto a los centros de alto rendimiento, la masividad ha sido sustituida por el elitismo, en no pocas ocasiones inmerecido, debido a favoritismos y arbitrariedades.
Los Consejos Voluntarios Deportivos, más conocidos por las siglas C.V.D. fueron creados a partir de las instalaciones heredadas de la llamada pseudorepública, para dar atención al movimiento deportivo cubano durante los primeros años de la Revolución.
Nada pudo evitar la destrucción del “Parque Martí” por abandono negligente. Quizás, con un poco de los materiales utilizados en el Monte de las Banderas o con algún que otro recurso sobrante de mansiones principescas restauradas con todo lujo, habría sido diferente el destino de esta instalación.
El deporte cubano está en el mismo estado calamitoso que la sede de la dirección municipal del deporte en Plaza de la Revolución o del C.V.D. Vedado. Vea sino las palizas recibidas en la Copa de Oro de Futbol, los sufrimientos del equipo masculino de voleibol, la sequía de títulos en beisbol, los resultados del boxeo en la última Olimpiada, el silencio del baloncesto a nivel internacional, y así todo, salvo la actuación de genialidades que siempre aparecen para orgullo patrio y justificación de la ineficiencia.
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