martes, 22 de noviembre de 2011

Kennedy y la Sierra Maestra



Aparecen en el “Granma” , órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, del 22 de noviembre, dos artículos que en apariencia no tienen que ver uno con el otro, pero en realidad podrían ser uno solo.

En la primera plana son publicadas unas consideraciones del Presidente John F. Kennedy cuando dijo: -“Yo estoy de acuerdo con lo que planteó Fidel Castro en la Sierra Maestra, cuando con toda justificación reclamaba justicia y especialmente anhelaba liberar a Cuba de la corrupción.”

En la página dos, se puede leer: “continúa acentuando la conveniencia de aprovechar más, con fines energéticos, esa planta que se ha convertido en una verdadera plaga sobre grandes extensiones de tierra en la geografía nacional.”

En realidad la corrupción en Cuba es una verdadera plaga que afecta a dirigentes convertidos en millonarios de la noche a la mañana, y trabajadores “luchadores” por la supervivencia. Tanto el marabú como la corrupción son entera responsabilidad del Agricultor en Jefe, dueño y señor de la República para su uso y disfrute.

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martes, 15 de noviembre de 2011

Maltrato a Mujeres, Plaga Social.


Jóvenes que golpean a las novias en plena vía pública sin que nadie intervenga, maridos que aporrean a las esposas incluso delante de los hijos. Las mujeres convertidas en sacos de boxeo, makiwaras vivientes para el desahogo de la frustración machista.

¿Quién defiende a las mujeres del abuso de los hombres? ¿Alguna ley prevé y sanciona el atropello físico de que son objeto en nuestra sociedad?

No, nadie las defiende, ninguna ley prevé la protección de las mujeres ante los maltratos de los hombres. Están totalmente indefensas y la casi totalidad de las mujeres abusadas ni siquiera se toman el trabajo de denunciar el hecho entre otras razones, porque casi siempre los policías son hombres, el fiscal es otro hombre, y es posible, con suerte, que uno de los jueces sea mujer.

La pregonada igualdad de la mujer no les ha traído muchas ventajas, incluso puede decirse que más bien las mujeres cubanas gozan de bastantes desventajas con respecto a los hombres, gracias a esa supuesta igualdad.

Dos hombres se enfrentan en una riña y uno le produce al otro algún tipo de lesión que en virtud de los artículos 272 y 274 del Código Penal, puede merecer entre tres meses y cinco años de privación de libertad o una simple multa de entre cien a trescientas cuotas, siempre que no ciegue, castre o inutilice para la procreación a otro, en cuyo caso la sanción imponible podría ser hasta de doce años de privación de libertad según el artículo 273.

Las mismas sanciones prescritas en los artículos 272 y 274, corresponden al que le hinche los ojos a una mujer, le rompa los dientes y algún que otro hueso, porque no le lavó la ropa, quemó la comida o no le dio la gana de tener sexo con un marido borracho. La indefensión física y legal de las mujeres, envalentona el machismo ramplón de los cubanos que prefieren emborracharse y golpear mujeres, a buscar soluciones a sus frustraciones.

Las mujeres requieren que la sociedad se encargue de ellas mediante la creación de instrumentos legales y administrativos que las protejan y no de una llamada federación que las utiliza a cambio de nada.

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Receta envenenada



Que divertida y segura es la libertad de expresión y el ejercicio de la crítica cuando se usa contra un cuentapropista, un conductor de ómnibus o un médico que niega una receta que no está obligado a dar sin previa consulta.

El Dr. Carlos Alberto León Román está pasando su vía crucis porque no pertenece a la élite que goza del derecho a la impunidad. Este sí puede ser criticado, sancionado, aplastado, hay que aprovecharlo para demostrar que en Cuba hay libertad para no respetar a un médico, porque es un venido a menos al que cualquier amigo de los de arriba le puede convertir la vida en el clásico yogurt.

Desde que el ser humano decidió organizarse socialmente, el cargo más importante después del jefe, era el del brujo o médico de la tribu, nadie más importante que estos dos, ni siquiera el juglar que los entretenía a la luz de la fogata en las frías y aburridas noches prehistóricas.

En esta sociedad donde los dirigentes no se respetan a sí mismos; donde el pueblo, uniformado o no, practica el robo como forma de lucha, delata al vecino que construyó una piscina o, constituido en pandillas de respuesta rápida, golpea mujeres en la vía pública sin sonrojarse, no debe extrañar que la figura de un médico se exponga al descrédito, sin darle oportunidad de expresar sus argumentos en el mismo órgano de prensa.

El Órgano Oficial del PCC, debió publicar la saga completa del caso, carta del Dr. León incluida, para que la opinión pública pudiera hacerse una idea más precisa de los hechos y sacar sus propias conclusiones, como diría Taladrid.

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martes, 8 de noviembre de 2011

Los Vendedores Ambulantes.




Para los inspectores de la Dirección Integral de Supervisión y Control del Municipio Plaza de la Revolución, todo aquel vendedor ambulante que no se mantenga en movimiento perpetuo, como los tiburones, merece una multa que sin remordimientos, asciende desde la primera vez a mil quinientos pesos.

Al acecho de los supuestos infractores, estos celosos cancerberos de una norma que pretende normarlo todo, se abalanzan sobre ellos en cuanto ven que detienen su andar, bien sea para disfrutar de un poco de sombra o simplemente descansar los agotados y generalmente ancianos pies.

Pero, ¿cómo define la Resolución No. 33 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, (Reglamento del ejercicio del trabajo por cuenta propia), la condición de vendedor ambulante?, curiosamente, en la norma no se define tal situación, por lo que sólo se puede deducir que el vendedor ambulante es aquel que no está establecido en un local o lugar de trabajo determinado de forma permanente. Quiere esto decir, que por mucho tiempo que el susodicho vendedor se detenga sobre cualquier punto de la acera, que es un lugar de tránsito por necesidad, no se convierte en otra cosa que no sea un vendedor ambulante.

Tampoco aparece el detenerse en la acera, como infracción regulada por el Decreto Ley No. 274, (Contravenciones personales de las regulaciones del trabajo por cuenta propia). Entonces, ¿de dónde han sacado los mencionados inspectores, que los vendedores ambulantes, por llevar este nombre, están condenados a ser como tiovivos de feria?

Al parecer, en este caso se cumple aquella expresión tremendista de “la guerra de todo el pueblo”. El pueblo inspector contra el pueblo comerciante, no importa que para esto haya que agregarle disparates a la letra de las ya disparatadas normas burocráticas.

El exceso de regulaciones, normas y reglamentos que inunda la vida del cubano, lo mantiene congelado como ser social, sin atreverse a dar un paso más allá de lo que le permiten u ordenan, y ni así escapa.

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martes, 1 de noviembre de 2011

El Odio al Capitalismo y el Trabajador por Cuenta Propia



¿De qué sirve un Reglamento para el Trabajo por Cuenta Propia (pequeña empresa privada), si cada funcionario o inspector a nivel de barrio puede agregarle o quitarle a su antojo cualquier cantidad de normas?

Por estos días se puede observar en algunas calles del Vedado habanero, cómo los inspectores designados para velar por el cumplimiento y desarrollo de las actividades cuentapropistas se dedican más bien a entorpecer y hostigar a los trabajadores dedicados a buscarse la “chaucha” por sus propios medios.

Para estos trabajadores es una solución impuesta a partir del reconocimiento por parte del gobierno, de que la política de estatización de todos los empleos del país había sido, más que un error, un soberano horror.

Cargados de impuestos excesivos y restricciones amordazantes, estos cubanos, muchos de ellos ya jubilados, deben soportar el atropello, la falta de respeto y la persecución de los empleados de la Dirección Integral de Supervisión y Control del Municipio Plaza de la Revolución, los cuales ni siquiera dominan el reglamento que pretenden imponer a capricho.

Estos inspectores deberían estudiar con seriedad las disposiciones legales y reglamentarias sobre el trabajo por cuenta propia, y dejar de ver a los pequeños empresarios privados que tratan de sobrevivir honradamente, cual si fueran vulgares delincuentes o enemigos de la revolución.

La publicación y divulgación de las mencionadas disposiciones, puestas al alcance de cuantas personas estuvieran interesadas en el tema, sería una forma de evitar abusos y malos entendidos que en todos los casos perjudican al discriminado vendedor callejero y a su familia.

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Sin Vergüenza



Bruno Rodríguez Parrilla, Canciller cubano, acaba de hacer referencia a la Convención contra el Genocidio, la cual en su artículo 2 inciso b tipifica como tal “la lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo” y en su inciso c “el sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial”.

Bien por el Canciller, al calificar con acierto lo acontecido al pueblo cubano durante más de medio siglo de revolución y socialismo que no admiten más remiendos ni discursos.

Las tierras cultivables en manos del Estado convertidas en marabuzales, más de dos millones de cubanos en el exilio, ruina de la principal industria del país, aniquilamiento de la masa ganadera, miles de presos por motivos políticos, miles de muertos en los paredones de fusilamiento, otros miles más ahogados en las aguas del Estrecho de la Florida, jóvenes ejecutados sumariamente por secuestrar una lancha, un remolcador hundido con los que iban a bordo, niños incluidos, suspensión de la leche a partir de los siete años de edad, hospitales sin médicos, escuelas con maestros improvisados, campesinos viviendo en bohíos en nada diferentes a los de sus abuelos, negros habaneros en los mismos inmundos solares que sus ancestros, la gente del campo asentada en villas miseria y barrios marginales alrededor de las ciudades, y así se suceden infinitas las lesiones graves a la integridad física o mental de los cubanos, sometidos intencionalmente a condiciones de existencia que acarrean su destrucción, por el momento parcial.

El vil hábito de los dirigentes cubanos de culpar a los Estados Unidos por el desastre del que son los únicos responsables, no es más que eso, un hábito vil tras el que esconden su ineptitud y la incapacidad del sistema genocida escogido.

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