¿De qué sirve un Reglamento para el Trabajo por Cuenta Propia (pequeña empresa privada), si cada funcionario o inspector a nivel de barrio puede agregarle o quitarle a su antojo cualquier cantidad de normas?
Por estos días se puede observar en algunas calles del Vedado habanero, cómo los inspectores designados para velar por el cumplimiento y desarrollo de las actividades cuentapropistas se dedican más bien a entorpecer y hostigar a los trabajadores dedicados a buscarse la “chaucha” por sus propios medios.
Para estos trabajadores es una solución impuesta a partir del reconocimiento por parte del gobierno, de que la política de estatización de todos los empleos del país había sido, más que un error, un soberano horror.
Cargados de impuestos excesivos y restricciones amordazantes, estos cubanos, muchos de ellos ya jubilados, deben soportar el atropello, la falta de respeto y la persecución de los empleados de la Dirección Integral de Supervisión y Control del Municipio Plaza de la Revolución, los cuales ni siquiera dominan el reglamento que pretenden imponer a capricho.
Estos inspectores deberían estudiar con seriedad las disposiciones legales y reglamentarias sobre el trabajo por cuenta propia, y dejar de ver a los pequeños empresarios privados que tratan de sobrevivir honradamente, cual si fueran vulgares delincuentes o enemigos de la revolución.
La publicación y divulgación de las mencionadas disposiciones, puestas al alcance de cuantas personas estuvieran interesadas en el tema, sería una forma de evitar abusos y malos entendidos que en todos los casos perjudican al discriminado vendedor callejero y a su familia.
hildebrando.chaviano@yahoo.com
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