El Estado, en cualquier sociedad sana, tiene como funciones principales proteger y servir a los ciudadanos, regular, sin inmiscuirse demasiado, las relaciones entre personas jurídicas, sean estas públicas o privadas, y la defensa de las fronteras nacionales.
En el caso del Estado cubano, todo está de cabeza, al quedar el ciudadano en la obligación de defender al Estado, trabajar para el Estado y vivir cada día en función de los intereses del Estado.
Esta confusión de atribuciones e intereses, se da desde el momento en que los conceptos de nación, estado, socialismo, gobierno, revolución y sociedad, se convierten en una y la misma cosa, todas ellas subsumidas a los designios de un partido que a su vez obedece, más que a una ideología, a los delirios de un solo hombre.
Cuando la Constitución cubana, de forma machacona repite una y otra vez que todo es en función de la construcción de la sociedad socialista, es como decir que todo está en función de una utopía de la que solo se beneficia la cúpula dirigente, servida y protegida por la ciudadanía.
Los supuestos beneficios otorgados por la revolución que triunfó en 1959, no son tales si tomamos en consideración que la salud pública, la educación y la seguridad social, provienen en realidad del salario esquilmado de los trabajadores y no de la magnanimidad del gobernante que a fin de cuentas, no produce nada y era un muerto de hambre sin empleo cuando se le ocurrió asaltar el país a mano armada.
El Artículo 9 de nuestra Carta Magna encabezado enigmáticamente como “El Estado:”, transita entre las obligaciones naturales inherentes a cualquier gobierno, las promesas incumplidas y el atropello a derechos elementales de los ciudadanos.
a) realiza la voluntad del pueblo trabajador y
-encausa los esfuerzos de la nación en la construcción del socialismo;
-mantiene y defiende la integridad y la soberanía de la patria;
-garantiza la libertad y la dignidad plena del hombre, el disfrute de sus derechos, el ejercicio y cumplimiento de sus deberes y el desarrollo integral de su personalidad;
-afianza la ideología y las normas de convivencia y de conducta propias de la sociedad libre de la explotación del hombre por el hombre;
-protege el trabajo creador del pueblo y la propiedad y la riqueza de la nación socialista;
-dirige planificadamente la economía nacional;
-asegura el avance educacional, científico, técnico y cultural del país;
b) como poder del pueblo, en servicio del propio pueblo, garantiza
-que no haya hombre o mujer, en condiciones de trabajar, que no tenga oportunidad de obtener un empleo con el cual pueda contribuir a los fines de la sociedad y a la satisfacción de sus propias necesidades;
-que no haya persona incapacitada para el trabajo que no tenga medios decorosos de subsistencia;
-que no haya enfermo que no tenga atención médica;
-que no haya niño que no tenga escuela, alimentación y vestido;
-que no haya joven que no tenga oportunidad de estudiar;
-que no haya persona que no tenga acceso al estudio, la cultura y el deporte;
c) trabaja por lograr que no haya familia que no tenga una vivienda confortable.
La creación de un Estado paternalista que se atribuye poderes absolutos sobre la sociedad a la vez que supuesto benefactor, solo ha logrado una sociedad enferma incapaz de valerse por sí misma.
Cuba, como nación, necesita una Ley Suprema desideologizada, donde el pueblo sea hacedor de su destino como protagonista principal y no ente dócil en las manos de gobernantes oportunistas.
hildebrando.chaviano@yahoo.com
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