Las libertades de conciencia, expresión, opinión, reunión y asociación, son libertades de orden natural; aunque la Constitución las pueda refrendar o garantizar, en realidad nadie las puede otorgar, pero tampoco limitarlas o impedirlas y mucho menos penalizarlas, ello va contra la naturaleza humana y las leyes del universo. Estas libertades que podrían llamarse básicas, son parte inseparable del ser humano, si no se tienen, no se es, en las sociedades esclavistas al esclavo se les negaban, de ahí que no se consideraran seres humanos sino cosas.
Un gobierno que pretende controlarlo todo y a todos, no es un buen gobierno, y una ley que no se ajusta a las leyes naturales carece de efectividad, por más recursos que se gasten en tratar de imponerla por la fuerza, las personas sabrán que no es justa y su ejecución será saboteada porque el ciudadano se resiste a ser considerado un objeto del que el Estado puede disponer a su antojo.
El hombre obedece de forma espontánea las leyes naturales y divinas, no por temor al castigo, sino porque de esta forma se desenvuelve en armonía consigo mismo, con Dios y los demás hombres.
La rebelión de los cubanos contra las dictaduras ya dura sesenta años ininterrumpidos a pesar de fusilamientos, cárceles, exilio y la conspiración de gobiernos afines que ponen intereses económicos por encima de la libertad de un pueblo que acata pero no cumple, aplaude y se burla, canta La Internacional el martes, y va a misa el domingo.
Este Primero de Mayo como todos, lleno total en la Plaza José Martí, lo que no impide que los agromercados sigan desabastecidos; muchos discursos, himnos y banderas, y también libreta de racionamiento, aumento de precios, desempleo, hospitales sucios y falta de transporte. Exceso de disciplina y ninguna libertad es la fórmula ideal para que la simulación ocupe el lugar de la cooperación y la miseria se considere un logro.
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