Enrique Sánchez, Carlos Alberto González, los hermanos Alejandro
y Medardo Meléndez, y otros dos jóvenes, tienen experiencia en eso de intentar
salir del país con cualquier cosa que flote, pero la experiencia que sufrieron
la noche del 10 de septiembre después del enésimo intento fracasado, es única.
La playa Boca Ciega parecía apacible cuando los frustrados
navegantes tocaron tierra. De entre la vegetación salió en zafarrancho de
combate medio centenar de soldados y oficiales de Tropas Guardafronteras y de
la Policía Nacional Revolucionaria, que
los conminaron a poner las manos en alto mientras les apuntaban con sus
armas.
Después de ser esposados sin ofrecer resistencia, uno de los
policías manifestó: -“Yo no puedo quedarme así”, y acto seguido le propina un golpe en el rostro al detenido
Enrique Sánchez Masforroll, con lo cual no estuvo de acuerdo uno de los
oficiales de Guardafronteras. Otro policía, sugirió que apareciera en el acta
que el joven golpeado había atacado al esbirro con un remo, a lo que el
responsable de levantar el acta se opuso porque sencillamente, no había remos
en la embarcación.
Este policía no solo golpeó a un detenido que se hallaba
esposado, sino que se vanaglorió del abuso. Para colmo de ilegalidades, el número de identificación que portaba el
agente no era el suyo, pertenecía a otro miembro del mismo cuerpo que le había prestado la camisa para cometer la fechoría y quedar impune. Sólo al hacer la
denuncia al día siguiente se pudo saber que el cobarde se nombra Yariel Rocel
Hernández con número de chapa 07290.
De los objetos que quedaron en la
embarcación; documentos, dinero, ropa y un reloj, no hay rastro, sin que aparezcan
como artículos decomisados oficialmente.
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