martes, 13 de noviembre de 2012

METAS Y MITOS DE LA REVOLUCIÓN CUBANA.





Educación y salud pública gratuitas.
El salario de los trabajadores es sometido a un descuento forzoso como contribución a los gastos por concepto de seguridad social, salud, educación y maternidad. Por otra parte, los estudiantes que terminan estudios cumplen dos años de servicio social, para pagar la inversión realizada. El resto de su vida laboral será como jornaleros del Estado por, a lo sumo, un dólar diario. Después, recibirán una jubilación equivalente a 10-15 dólares al mes.

La canasta básica de alimentos.
Cada vez más menguada, esta canasta consiste en la venta mensual a bajo precio, de: 7 libras de arroz, 10 onzas de frijoles, media libra de aceite, 5 libras de azúcar, 4 onzas de café mezclado con chícharos, 10 huevos, 1.11 libras de pollo y 1 pan de 4 onzas diario. El resto debe adquirirse en el mercado negro o en las tiendas en divisas, donde los precios de los productos suelen ser tres veces más altos que lo normal; 1 litro de aceite cuesta 2.50 CUC, esto es, el equivalente de 62 pesos moneda nacional; el precio de 1 kilogramo  de leche en polvo asciende a 5.25 CUC o lo que es lo mismo, 131 pesos moneda nacional.

La tierra es de quien la trabaja.
Las tierras pertenecen al Estado, el cual las da en usufructo temporal y con la condición de que la mayor parte de lo producido debe ser vendido al propio Estado, que es quien además fija los precios.

Cuba es una potencia médica.
Nuestro país sufre en estos momentos por enfermedades desaparecidas desde el siglo XIX. La Clínica “Cira García” y el “CIMEQ”, son centros hospitalarios destinados a la atención de extranjeros, dirigentes y sus familiares, cuentan con medicamentos y modernos equipos de cualquier parte del mundo, incluidos los Estados Unidos; mientras, los hospitales y consultorios médicos que brindan atención a la población, dan grima y carecen de equipos, medicamentos y especialistas.

Nada hay más importante que un niño.
Coincidente con la caída de los primeros dientes, se les retira a los menores la cuota de leche normada. Los juguetes solo se venden en moneda convertible al igual que la ropa y los zapatos. La merienda escolar (almuerzo) consiste en un vaso de yogur de soya y un pan con una fritura también de soya.

Las elecciones del Poder Popular son democráticas.
La población es compulsada a participar en unas votaciones donde los candidatos necesitan la aprobación del partido comunista, y ni así tienen poder legislativo ni ejecutivo, son utilizados para embaucar incautos y sostener la injusticia. Al Presidente, lo eligen sus allegados.

Cuba es una potencia deportiva.
Solo hay que ver el estado ruinoso de las instalaciones deportivas, los pobres resultados obtenidos después del derrumbe de la URSS, y el abandono que padecen las glorias del deporte.

Las tropas cubanas fueron a África para saldar una deuda histórica.
El ejército cubano cumplió en África el papel de testaferro de los intereses de la URSS. En el caso de Angola, las tropas cubanas estuvieron más de una década masacrando angolanos.

La culpa de los padecimientos del pueblo cubano la tiene el “bloqueo”.
La algarabía antibloqueo se armó al desintegrarse el campo socialista. Los más de cien mil millones de dólares provenientes de tres décadas de subsidio soviético, fueron dilapidados en guerras, aventuras económicas, fiestas, viajes de placer, propaganda y represión. Lo que quedó, está en las cuentas particulares de los jerarcas.

Cuba, país soberano.
Como satélite de la URSS, Cuba acató los dictámenes económicos, políticos y militares de la metrópoli, se llenó de bases militares extranjeras y, en 1976, se adoptó una Constitución dictada desde Moscú. Hoy, a los gobernantes cubanos les viene bien Venezuela.

Fidel Castro fue un gran estadista.
Los más de trescientos lineamientos del Sexto Congreso del Partido Comunista, son resultado de otros tantos errores, horrores, desvaríos y caprichos del máximo líder, que durante su mandato; colocó el mundo al borde de una guerra nuclear, marabutizó tierras cultivables, salinizó otras con sus planes hidráulicos, exterminó la masa ganadera, deforestó los campos, mandó a la muerte a miles de cubanos que creyeron en él, envió religiosos y homosexuales a campos de concentración, televisó juicios y fusilamientos, encarceló, fusiló y humilló a todo el que fuera diferente, y convirtió al pueblo cubano en un pueblo de simuladores, oportunistas, intolerantes e incapaces con miedo a pensar.



Lamentos, Amenazas y Mentiras.



En el periódico Granma, órgano oficial del partido comunista de Cuba, apareció una declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores que puede ser el precedente de una escalada represiva contra la disidencia pacífica interna. Por tanto, merece ser respondida para que los amigos de la democracia en Cuba comiencen desde ahora a atajar las garras de la tiranía.

La citada declaración comienza acusando a la Sección de Intereses de Norteamérica en La Habana, de fungir como cuartel general de la subversión que tiene como propósito fundamental “fabricar un movimiento de oposición al gobierno legítimo de Cuba y fomentar la desestabilización interna…”.

La oposición interna en Cuba no se fabrica desde afuera, la genera el propio sistema dictatorial desde 1959. En nuestro país nunca ha dejado de haber oposición, el Comandante Huber Matos se negó a seguirle el juego al castro comunismo que ya veía venir; los alzados del Escambray eran ex miembros del Movimiento 26 de Julio que se sintieron traicionados al ver que con Fidel Castro no había democracia ni reforma agraria; los centenares de miles de cubanos obligados a emigrar durante todos estos años, también han sido disidentes, le dicen no al sistema poniendo aguas por el medio.

El país está desestabilizado debido a la falta de libertades, a la frustración de los jóvenes que no ven un futuro promisorio aunque tengan un título universitario, a la miseria que sufren nuestros ancianos que después de jubilados, deben emplearse como vendedores ambulantes de lo que sea para poder subsistir en la penuria, a los hospitales sucios y sin médicos, a los niños sin leche, a la mala educación rampante que se ha adueñado de las calles, al racismo, y a la presencia eterna de unos ancianos incompetentes en el gobierno.
En cuanto a la legitimidad del régimen, es bastante cuestionable cuando en más de medio siglo no se han realizado elecciones presidenciales, sus resultados económicos son desastrosos, el país navega sin rumbo fijo hacia ninguna parte y cuestionar a los dirigentes y al partido comunista  es considerado un acto de traición.

Los servicios que presta la SINA se ajustan a los que tradicionalmente han prestado las misiones diplomáticas estadounidenses en cualquier época y en cualquier parte del mundo sin que medie retribución monetaria a los beneficiados que a fin de cuentas son los pueblos. El acceso a Internet, por definición, no puede ser ilegal, como no es ilegal oir una emisora de radio española o china. Internet no tiene dueños, y eso molesta a la tiranía que pretende monopolizarlo todo.

Cuba, gracias al gobierno de Venezuela, está conectada al cable submarino que permite el acceso a Internet, sin embargo, aún los cubanos tenemos denegado el derecho a la comunicación por esa vía.
El gobierno cubano; por voz del Ministerio de Relaciones Exteriores, miente cuando sostiene que Cuba no está conectada al cable submarino que le da libre acceso a la red de redes. Ofende la inteligencia cuando pretende que el gobierno de Estados Unidos requiere del consentimiento del Estado cubano y de la aprobación del Ministerio de Educación Superior para poder impartir programas docentes o cursos que curiosamente, han facilitado que un individuo como Carlos Serpa Maceira, preparado en estos cursos, preste servicio como periodista en radioemisoras cubanas, o que necesita autorización y una licencia de operación del Ministerio de Informática y Comunicaciones para ofrecer servicios de Internet, los cuales, al estar facilitados por satélites norteamericanos, no tienen nada que ver con el sistema cubano de comunicaciones.

Cuando el gobierno cubano permita a los ciudadanos el acceso libre a Internet a través del cable ya habilitado, la demanda del servicio en la Oficina de Intereses disminuirá en gran medida.
El gobierno, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, a falta de otro argumento que justifique la intolerancia a la crítica y a la diversidad de ideas, insiste en la vieja política de descalificar a la oposición pacífica, tildándola de “mercenarios”. Sepa el Ministerio de Relaciones Exteriores, que el Código Penal cubano califica el delito de mercenarismo de la siguiente manera: “Artículo 119.1  El que, con el fin de obtener el pago de un sueldo u otro tipo de retribución material, se incorpore a formaciones militares integradas total o parcialmente por individuos que no son ciudadanos del Estado en cuyo territorio se proponen actuar, incurre en sanción de privación de libertad de diez a veinte años o muerte.”

El ejercicio libre de la crítica es un derecho ciudadano que no necesariamente promueve un cambio de régimen, en ocasiones sería  suficiente un cambio en el régimen que se resiste a cambiar nada.
No es necesario el tan ansiado diálogo serio, respetuoso y en condiciones de igualdad con Estados Unidos. Este diálogo debe ser interno, en condiciones de igualdad, con seriedad y respeto hacia el ciudadano sin poder, pero con mucho que decir, ese mismo sin acceso a Internet ni a la carne de res, pero tan cubano como cualquiera de los quinientos mil militantes del partido comunista que se abrogan el derecho de hablar en nombre de once millones que no militan en dicho partido.











martes, 6 de noviembre de 2012

Unidad Real


Presionados por un movimiento social e intelectual que desde las filas de la oposición democrática ha desmontado cada una de las pantomimas y escaramuzas pseudo integracionistas del régimen cubano, sus negritólogos, con el señor Miguel Barnet a la cabeza, claman por la construcción espiritual y unitaria de la nación cubana.
Todo consiste para ellos, en achacar los males del racismo que hoy padecemos; a la esclavitud y sus lacras, la colonización, la república mediatizada con sus generales y doctores, y por qué no, al causante máximo de todos nuestros males, el siempre conveniente enemigo del norte que malévolamente permitió la inscripción del Partido Independientes de Color para contribuir a la desunión de “las fuerzas que en Cuba luchaban por la justicia social” (sic). ¿Qué fuerzas luchaban en aquel momento por la justicia social, como no fuera precisamente este partido?
En el centenario de la masacre de los Independientes de Color. Hubo discursos, y aunque tarde, se ha pretendido reivindicar en público la imagen de una raza que a más de medio siglo de revolución socialista, sigue padeciendo exactamente las mismas carencias, abusos y manipulaciones que un siglo atrás.
Más de la mitad del tiempo transcurrido desde la masacre, entra en el período post revolucionario, y ¿qué se ha logrado?; los negros son el sector de la sociedad más reprimido  por la policía, porque en la escuela de la PNR les enseñan que la mayor parte de los delincuentes son de tez negra, los negros continúan en minoría en los puestos de dirección, en las universidades, y en los puestos de trabajo con acceso a moneda convertible, en cambio, son mayoría en las cárceles, en los solares o cuarterías de La Habana y en los barrios marginales de toda la república.
La dirección blanca del país, heredera de aquellos blancos esclavistas convertidos después en blancos patriotas, blancos republicanos, blancos socialistas, no ha cambiado en nada el estado de cosas. Un poco porque no les interesa, otro poco porque no les conviene y otro no tan poco, porque en su fuero interno son tan racistas como los que les antecedieron.
La actitud paternalista y perdonavidas, el llamado a la unidad que más bien es el llamado al sometimiento de una raza y a la aceptación de una predestinación maldita donde el blanco sigue siendo el amo aunque ahora se le llame compañero dirigente. Estas son premisas que nos permiten identificar la actual sociedad cubana con la de hace cien años, y el ver una vieja foto del cadáver ensangrentado de Evaristo Estenoz rodeado de miembros del ejército de la época, trae a la memoria algunas escenas del sur de los Estados Unidos cuando el Ku Klux Klan campeaba por sus respetos. Solo les faltan las capuchas.
Siempre que las autoridades cubanas persiguen y reprimen por cualquier medio a organizaciones no gubernamentales de carácter antirracista como el Movimiento de Integración Racial “Juan Gualberto Gómez”, el Comité Ciudadano por la Integración Racial y el Observatorio Ciudadano Contra la Discriminación, cometen el mismo crimen que cuando se declaró proscrito al Partido de los Independientes de Color  bajo el gobierno de José Miguel Gómez. Cuando los oficiales del Departamento de Seguridad del Estado, háganse llamar Ignacio, Eric o lo que sea, impiden el acceso a la sede del Comité Ciudadano por la Integración Racial, están copiando a los oficiales y soldados de la república que en 1912 masacraron a los Independientes de Color.
Olvidó Barnet mencionar en su discurso, que como parte de la soldadesca del general José de Jesús Monteagudo estaba el entonces capitán José Francisco Martí y Zayas Bazán, en cuyo honor fue develada una tarja en el Centro de Estudios Martianos este mismo año de aniversario luctuoso. Si se va a hablar de acciones concretas que fortalezcan el principio de unidad de la nación, sería una buena acción dar marcha atrás a la infeliz idea de la tarja y volver a sumir  al hijo indigno del Apóstol, en la oscuridad de la que no debió salir jamás; también sería una buena acción de desagravio, arrancar la estatua del racista y homicida  José Miguel Gómez, del lugar que ocupa en la Avenida de los Presidentes, fundirla, y en su lugar erigir una de Evaristo Estenoz, fundador del proyecto político más avanzado de principios del siglo pasado, como símbolo del aporte de la raza negra a la construcción de la nacionalidad cubana.
No faltarán defensores de mantener en pie la imagen del oprobio, para lo cual alegarán múltiples razones sin confesar su racismo, pero los ciudadanos que aspiramos a una Cuba democrática debemos ser firmes en nuestra demanda, la reivindicación exige reparación histórica, y la estatua es un estorbo, ofende.
Pero el retiro de una tarja y una estatua sería solo una medida contra un escarnio público, que a fin de cuentas se resolvería con un poco de buena voluntad y decencia, lo difícil, es que cien años después, el Estado cubano garantice la igualdad de oportunidades en el cuerpo diplomático pedida por los Independientes de Color en sus bases programáticas. Por lo visto en el acto de juramento de los últimos 32 embajadores de la República de Cuba, ocurrido el martes 17 de julio ante el Monumento a José Martí, el grupo podría pasar por diplomáticos europeos vestidos con guayaberas.
En el año del Centenario, está todo como al principio, aunque el oficialismo se de golpes en el pecho proclamando la victoria sobre el dragón de muchas cabezas que es el racismo; institucional, cultural, económico, étnico, religioso y laboral.
La unidad sin respeto a la diversidad en todos los órdenes, incluso en el orden de las ideas, no es democracia, una pretendida unidad sin libertad es la imposición de una voluntad superior que somete todas las demás voluntades y las asfixia, los últimos en la escala son absorbidos  y dejan de tener voz, de ahí que los blancos hablen por los negros de asuntos de negros, mientras los negros escuchan y asienten.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Los Independientes de Color y la Igualdad de Derechos.


 

Si en lugar de cerrar toda vía democrática con la aprobación de la Enmienda Morúa, el Senado de la República hubiera discutido y elevado al rango de ley tan siquiera algunas de las bases programáticas del Partido Independiente de Color, ¿se habría producido la masacre de 1912?
En realidad, lo del miedo a los negros y al ejemplo de Haití, fue pura justificación. Lo que provocó la Guerra de 1912, que no fue tal guerra sino una masacre, fue el odio visceral a una raza, la soberbia de los blancos que aunque jugaran a la democracia, seguirían sin admitir que los negros fueran libres e iguales en derecho porque veían, ¿ven?, el color de la piel como razón suficiente para considerar a otro ser humano como de inferior categoría.
Entre los reclamos del Partido Independiente de Color, no había uno sólo de carácter racista, sino todo lo contrario; el equilibrio de los intereses de todos los cubanos, el amor a la patria, el desarrollo de las relaciones cordiales entre todos los ciudadanos, la conservación de la nacionalidad y la participación igualitaria de los nacidos en esta tierra en la administración de la cosa pública, educación para todos, justicia, inmigración, derechos laborales, derechos políticos y civiles, derecho a la tierra y al empleo.
Estos temas tenían también un carácter profundamente nacionalista y patriótico. Cien años después, mantienen su vigencia con la adecuación lógica a la época. La situación del negro en Cuba en realidad ha variado muy poco desde principios del siglo veinte para acá.
Todas y cada una de las bases programáticas del Partido fundado por Evaristo Estenoz, constituyen otras tantas reivindicaciones sociales no solo para los ciudadanos de la raza negra, sino para todos los cubanos, sobre todo los más pobres, con independencia del color.
En ninguno de sus párrafos se pretende que una raza esté por encima de otra, sino que a la raza que durante siglos fue vilipendiada se le considere igual a la otra, porque a fin de cuentas, la condición de cubanos la adquirimos juntos en el mismo proceso.
Hoy ocurre lo mismo que en 1912. Por ahí aparecen blancos que niegan la necesidad de resolver el problema racial en Cuba, porque según ellos, este problema no existe. De igual forma, como antaño, entre los mismos negros encontramos quienes niegan ser discriminados porque en su vida han tenido iguales oportunidades que los blancos, pero han sabido aprovecharlas dándose su lugar. Unos y otros dicen que hablar de racismo es ser racista, que la unidad de la patria se pone en peligro y para colmo, hasta la lucha por la democracia en Cuba necesita que los negros se callen la boca.
Por otra parte, no sirve de nada una constitución que reconozca la igualdad de derechos para negros y blancos, cuando en la práctica los políticos, de ayer y de hoy, al verse amenazados por una presunta venganza de los negros en el poder, ponen todo tipo de obstáculos para impedir el acceso del hombre negro a puestos de trabajo mejor remunerados o cargos públicos donde tenga capacidad de decidir sobre asuntos trascendentales para la vida de la sociedad.
El Partido Independiente de Color pedía medidas de acción afirmativa si lo vemos a la luz de los tiempos que vivimos, buscaba equilibrar la balanza de la justicia social con normas que impidieran no solo que el negro se mantuviera en una situación de total subordinación, sino que esta subordinación, entiéndase alienación, no fuera cada vez mayor y aquellos que junto a los blancos habían luchado por la independencia del país, pudieran junto a ellos construir la república de todos y para el bien de todos.
Dado que en esta larga carrera el negro arrancó tarde y descalzo, se hace necesario, hoy como ayer, buscar el equilibrio mediante leyes, y no evitar los antagonismos sociales aplastando al elemento antagónico más débil.
Los derechos ciudadanos de la población negra deben quedar expuestos con claridad mediante leyes, ya que en esta sociedad multirracial, donde se pretende que no haya color, en realidad ocurre que el negro es invisibilizado, nunca igualado. En aras de la unidad, la independencia y la soberanía nacional, los no blancos deben atenerse a lo que determine el blanco hegemónico. El negro queda fuera de la ecuación y por eso fueron asesinados miles de ellos en 1912, en un acto de genocidio racista que unos pocos advirtieron y nadie pudo impedir.
Si el Partido Liberal o el Conservador hubieran tenido en sus programas los temas contenidos en las bases del Partido  Independiente de Color, perfectamente los negros se les habrían sumado gustosos, pero el programa de los Independientes de Color era demasiado democrático para el gusto de los que durante la colonia formaban parte de las clases pudientes, dueños de esclavos todos ellos, y que por necesidades de las contiendas independentistas devinieron compañeros de ocasión.
Los que antes de la guerra eran ricos, ahora querían serlo más y los que antes no tenían poder político ahora lo querían todo para sí. La relación con los que otrora fueron sus esclavos, o los descendientes de sus esclavos, seguiría siendo la misma, una relación de subordinación de carácter esclavista, nunca de fraternal empeño en la construcción de la patria. Todo lo demás que se diga es ingenuo romanticismo u oportunismo feroz.
Así nos sorprende el siglo XXI, enfrascados en la misma lucha contra los demonios de odios y ambiciones disfrazados de unidad y democracia con palmaditas en la espalda incluidas, para que los negros se sigan portando bien,  cooperando con todos para el bien de unos pocos, sin pedir demasiado para no poner en peligro la estabilidad republicana.
Los blancos de la colonia fueron después los blancos de la República y son los mismos blancos de la Revolución del 59 que sin haber tenido antes dinero ni poder político, se sienten herederos de aquellos sólo porque tienen el mismo color de piel.
Procurar equidad en el acceso a  los empleos mejor remunerados, en la distribución de tierras de cultivo y en el acceso a carreras técnicas y de educación superior, tratamiento justo en las unidades de policía, tribunales y cárceles. Como en épocas pasadas, parece demasiado pedir para unos descendientes de esclavos.
No obstante los prejuicios, el Estado debe acometer la formación de verdaderos valores ciudadanos alejados de los dogmas y consignas que propugnan el odio, la intolerancia y el resentimiento, de todos los cuales los negros somos víctimas propiciatorias a casi cien años del estigma dejado en la memoria histórica de una nación que seguirá en su fase embrionaria mientras no se salde la deuda.