Hay un viejo proverbio de corte racista que dice, “La
necesidad hace parir mulatos”. El gobierno cubano al fin se ha decidido a parir
Internet para los cubanos. Ha sido un proceso doloroso, a regañadientes, ahí se
pueden leer en el Granma las quejas y lamentos al darse cuenta que este muchacho WWW se les va a ir de
control por mucho que pretendan aplicarle la Ley Mordaza.
Obligados por el atraso tecnológico e ideológico que hace a Cuba retroceder en medio del veloz
desarrollo del mundo circundante, los gobernantes (¿son dos?), después de
deshojar tantas margaritas, tomaron una decisión en el dilema Internet o no
Internet, van a correr los riesgos que corre cualquier dictadura cuando decide
abrirse, y es lógico que teman al desmadre.
De nada valdrán las tarifas prohibitivas, ni las
advertencias al estilo de: “No usar el
servicio para realizar acciones que puedan considerarse por ETECSA o por las
autoridades administrativas y judiciales competentes, como dañinas o
perjudiciales para la seguridad pública, la integridad, la economía, la
independencia y la soberanía nacional. Actuar con total respeto a la
legislación vigente.” O aquella otra de que ETECSA denegará al usuario el uso del servicio de
forma inmediata”cuando se detecte que
durante el transcurso de la sesión, ha incurrido en alguna violación de las
normas de comportamiento ético que promueve el Estado cubano”.
Si las antes mencionadas advertencias se refieren al uso de
la red de redes en actividades relacionadas con el terrorismo o la pornografía
infantil, está bien que sobre el comisor caiga todo el peso de la ley. Pero en
el caso cubano, la coletilla sirve para advertir a los disidentes políticos que
si bien Internet no es solo para los revolucionarios, la intolerancia
ideológica se mantiene incólume y no van a dudar en teñir de negro cualquier
estación del año.
El acceso a blogs y periódicos opositores no será fácil para
los ciudadanos que quieran conocer cómo piensan otros dentro y fuera de Cuba, o
lo que ocurre en el mundo que la prensa oficial oculta, dice a medias o
tergiversa.
Ahora de golpe cambian algunas cosas; el norteamericano Alan
Gross debería ser puesto en libertad, al considerarse oficialmente que las
conexiones inalámbricas no son ilegales, sino provechosas y deseables, aunque
económicamente inaccesibles por el momento. Queda demostrado así, que el proceso
judicial y posterior encarcelamiento de Gross es un hecho más en la tradicional
política de meter miedo, crear enemigos
y hacerlos padecer lo más posible; desviar la atención de los problemas que
enfrenta el país, y de paso extorsionar al gobierno norteamericano.
Que no teman los gobernantes a Internet, Wi Fi, o la
digitalización de la televisión, a lo que deben temer es a sus burradas y a la corrupción que ellos mismos han generado y permitido por
más de medio siglo. Los enemigos de lo que pudo ser un proceso político basado
en la democracia y el desarrollo económico, los verdaderos enemigos de Cuba y
de los cubanos, todavía ocupan los primeros puestos en la dirección del Estado.
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