A
fines de los años 60 del siglo pasado, la máxima dirección de la Revolución
Cubana decidió que las fiestas navideñas, los Reyes Magos y la Semana Santa, no
formaban parte de las tradiciones cubanas, por lo que se hacía necesario
instituir por decreto nuestras propias tradiciones. Ni la historia del país ni
la cultura legada por los ancestros, eran importantes, lo importante era la
zafra del 70 y la mente infalible del líder supremo.
De
golpe y porrazo nos quedamos sin Nochebuena, ni Reyes Magos, ni vacaciones de
Semana Santa ni verdaderos carnavales. La celebración luctuosa festiva por el
asalto nocturno, alevoso y sangriento al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953,
lo resumiría todo. Pa’lante y pa’lante, y al que no le guste que tome purgante.
Hoy
asistimos con horror a la celebración de otras tradiciones que nunca antes
tuvieron nada que ver con Cuba y los cubanos. ¡En Cuba se celebra el
Halloween!, o como se le conoce en la lengua de Cervantes, la Noche de Brujas.
Esta
fiesta de origen celta que se practica en Norteamérica, Irlanda y el Reino
Unido, y sin antecedentes en alguna otra parte del mundo, ha llegado a Cuba
como la gripe, poco a poco y sin avisar, como si fuera un resfriado pasajero
pero que amenaza con convertirse en una peligrosa epidemia. Ya hay escuelas y
otros círculos donde los dulces y disfraces divierten a los niños y preocupan a
los padres por lo costoso del asunto, aunque la mayor preocupación debe ser
conseguir las dichosas calabazas.
Se
podría considerar esto otro logro de la Revolución que fue verde olivo en sus
orígenes, roja después y rosada en la actualidad. Un producto del chovinismo
marxista, el antiamericanismo absurdo y la ruptura con la historia y la cultura
nacional anterior a enero de 1959. La pérdida de identidad se une a la de los
valores morales y cívicos y las nuevas generaciones ignoran quienes o qué
somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, si es que vamos a alguna parte.
Es
necesario recomponer el país, y si para eso debemos regresar a las fiestas,
tradiciones y buenas costumbres de tiempos idos, que así sea, sin trucos ni
malos tratos.
Publicado en Primavera Digital
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