martes, 5 de agosto de 2014

Prostitución, ¿Delito o Deleite? (Sin Censura) Publicado en PD



Una de las primeras tareas que se impuso la revolución cubana fue erradicar la prostitución, considerada una lacra del pasado republicano que no tenía ninguna justificación de existir en la sociedad más justa que se iba a construir. Las prostitutas serían a partir de ese momento una fuerza más, integrada a la construcción de la nueva sociedad.
Las mujeres dedicadas al oficio fueron reubicadas como taxistas, obreras, oficinistas, trabajadoras del campo y costureras, a pesar de los cambios impuestos, muchas siguieron dedicando sus tiempos libres a lo que mejor sabían hacer, mientras fueron atractivas para los hombres solteros, y los casados aburridos.
Una cosa si fue de notar, esas mujeres eran respetadas o al menos toleradas por la sociedad antes de su repentina transformación en patriotas revolucionarias, la sociedad las veía algunos con pena, otros con lujuria, pero nadie las repudiaba, no eran perseguidas como delincuentes. Aún después del cambio, fueron aceptadas en sus nuevos roles y se convirtieron en federadas, cederistas y milicianas.
Las jóvenes del siglo XXI en Cuba, la que menos termina sus estudios secundarios, muchas hacen el bachillerato y hasta se convierten en profesionales egresadas de las universidades. Desde los catorce años de edad son miembros de los Comités de Defensa de la Revolución y de la Federación de Mujeres Cubanas, toda la vida se la han pasado escuchando discursos sobre la moral socialista y el internacionalismo proletario, pero han crecido en medio de las penurias pre y post periodo especial, comiendo poco y mal y vistiendo con lo que dejó alguna pariente mayor.
Entonces se produce un proceso a la inversa en el desenvolvimiento de las jóvenes, la revolucionaria hija de trabajadores y dirigentes revolucionarios, descubre que para hospedarse en un hotel de lujo, visitar lugares turísticos que no sean campismo popular o las Playas del Este, vestirse a la moda y comer langosta o carne de vacuno, debe explotar el recurso más codiciado por viejos lascivos y adinerados venidos de lejanas tierras allende los mares.
De este trabajo, porque lo es, vive la joven y sus padres que no preguntan de dónde sale el jabón con que se bañan o los espaguetis con queso parmesano que hacía tanto tiempo que no probaban. Tantos años de estudios para llegar a ser una prostituta culta y bastante sana como una vez dijo alguien de cuyo nombre no quiero acordarme.
Entonces, ¿a qué viene tanta persecución policial, actas de advertencia, restricciones de acceso a lugares o zonas frecuentadas por turistas y vedadas para los nacionales? Para esto se inventó una nueva figura delictiva que ni siquiera aparece en las leyes penales, “proclive a la prostitución”, basado en ella, los agentes de la policía se creen en el derecho de exigir favores monetarios o en especie a estas “trabajadoras sociales”, se convierten en proxenetas o chulos, como se les conoce, solo con mostrarse permisivos y protectores de estas prostitutas del siglo XXI, en nada diferentes a las de los siglos XIX y XX.
Parece que ser proclive a la prostitución es algo así como ser proclive a la gripe, que necesita cuidados especiales. Es posible que no todas las jóvenes que pasean a altas horas de la noche por esas zonas o lugares prohibidos, estén ejerciendo la prostitución, pero de ser así, ¿qué? La práctica de este oficio no se considera siquiera una contravención, pero de acuerdo con la línea de pensamiento del que inventó el mencionado disparate jurídico, la proclividad o tendencia a la mendicidad de los ancianos que buscan algo que llevarse a la boca en los contenedores de basura también podría merecer un acta de advertencia.

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