El principal obstáculo que enfrenta la oposición política cubana, no es la represión del régimen castro-comunista con su secuela de golpes, encarcelamientos y deportaciones, sino sus propias divisiones internas que corroen cualquier intento de cambio hacia la democracia y la prosperidad.
Las desconfianzas, murmuraciones y descalificaciones, dejan traslucir miserias humanas de las que nadie está exento. Ambiciones personales, envidias, celos y hasta odios que por más que intento comprender no les encuentro justificación, o tal vez sí.
Quizás todo esto se deba a condiciones intrínsecas de los cubanos, y nuestra historia podría dar fe de ello, pero me niego a aceptar el fatalismo histórico que nos viene desde que los negros africanos vendieran a sus hermanos a los traficantes europeos, y de los conquistadores y colonialistas españoles que sólo venían a estas tierras a hacer dinero a sangre y fuego, con los escrúpulos y el decoro como lastre innecesario que era arrojado al mar bien lejos de nuestras costas.
Los negros vinieron obligados, los españoles se quedaron en contra de su voluntad. Es posible que de ahí provenga el odio que en ocasiones parecen tenerle los cubanos a esta tierra, aunque le dediquen canciones y discursos. La intolerancia feroz de los gobernantes y de los opositores entre sí, ha sido la tónica durante siglos, por qué tendría que cambiar precisamente ahora.
La sucesión interminable de proyectos democráticos por parte de la oposición, demuestra, cuando se tiene la voluntad de analizarlos sin sectarismo, que salvo matices, todos persiguen los mismos objetivos. En cambio el gobierno no tiene objetivos, ni proyectos, a no ser el de prolongar lo más posible la tiranía a golpe de represión y consignas.
La oposición política cubana tiene ante sí, como máxima prioridad, el cambio hacia la democracia en Cuba y no desgastarse en ataques fratricidas que sirven de provecho al gobierno. Incluyo en el concepto de oposición política a aquellos que por alguna razón se dicen no políticos, como los movimientos de carácter social, periodistas independientes, blogueros, etc., que a fin de cuentas para el régimen sí son políticos, o al menos enemigos del sistema que es decir candidatos a largos años de cárcel.
Los que hoy lanzan diatribas contra otro opositor, mañana podrían estar necesitados del apoyo solidario de este, o por el contrario, abogar ellos mismos por la excarcelación del hermano. Debemos tener en cuenta que el peor considerado entre los opositores, es mil veces mejor que el mejor de los defensores de la tiranía.
Hildebrando.chaviano@yahoo.com
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