El diario Granma del 3 de noviembre trae la noticia, el cable submarino procedente de Venezuela llegará a nuestro país el próximo año. Lo que sería una buena noticia para los cubanos, no pasa de ser sólo una noticia.
Después de narrar las peripecias técnicas por las que debe pasar el proceso de instalación y las bondades del susodicho cable, una pequeña nota anexa al artículo nos trae a la realidad, y por su significado debe transcribirse a continuación.
“Tendiendo alternativas. – El cable submarino proporcionará una mayor calidad en las infocomunicaciones (vaya palabrita), pero no necesariamente significará una extensión de las mismas. La socialización (¿qué es esto?) del servicio dependerá más de buscar en las reservas de eficiencia que de la ampliación de la red. – De eliminar la dependencia de las comunicaciones, nuestros países podrían transmitir en tiempo real consultas médicas, teleconferencias y cursos de educación que apoyarían los programas de colaboración que se desarrollan en el área. – El bloqueo impide a Cuba conectarse con cerca de una docena de los enlaces internacionales que nos rodean. Por ejemplo, uno de estos cables (Cancún-Miami), pasa a sólo 32 kilómetros del Malecón habanero.”
La entrada en funcionamiento del cable multiplicará hasta 3000 veces la velocidad de transmisión de Cuba en Internet, y todo esto sólo servirá para que los usuarios actuales del servicio puedan disfrutarlo con mejor calidad. Las instituciones oficiales del gobierno cubano y un puñado de privilegiados serán los únicos beneficiarios de una inversión de más de 70 millones de dólares.
Los amos del país deciden quién es merecedor o no de los adelantos tecnológicos de uso común para el resto del mundo. El gobierno cubano no cambia ni cambiará, el pueblo seguirá bloqueado en su acceso a Internet, pero no precisamente por los norteamericanos. El Presidente Obama ofreció a las autoridades cubanas la conexión al mencionado enlace Cancún-Miami, a lo cual se respondió con el argumento poco serio de que ese cable no era conveniente porque pasaba por Miami.
Está claro, un gobierno que gasta millones en interferencias a Radio y Televisión Martí no va a ceder el monopolio absoluto de la información por más que la llamada defensa de la soberanía sea un pretexto bastante flojo y desprestigiado a los ojos del mundo. Después no se quejen de la Posición Común, que se la tienen bien ganada por intransigentes.
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