La libreta de racionamiento de productos alimenticios que será eliminada como parte de la nueva política económica de la dictadura cubana, no es el símbolo del paternalismo del Estado, sino de la miseria repartida por el comunismo y la ineptitud flagrante de Fidel Castro.
Al triunfo de la malograda Revolución el primero de enero de 1959, Cuba producía cerca del 80% de los alimentos que se consumían en el país; la producción azucarera de aquel entonces situaba a la isla entre los primeros productores y exportadores de azúcar de caña en el mundo; con una población de apenas 6 millones de habitantes, pastaban en nuestros campos más de 6 millones de cabezas de ganado; la educación y la salud públicas estaban a la vanguardia en el hemisferio y eran ejemplos para cualquier país desarrollado; nuestro país tenía en ese entonces la Constitución más avanzada para la época en todo el hemisferio occidental, aunque Batista la haya apuñaleado.
Cualquier cambio en la política económica debe pasar antes por cambios en el respeto a los derechos civiles y políticos para que sea legítimo, la ciudadanía no tiene confianza en el régimen, como no la tienen los potenciales inversionistas. El empecinamiento en la construcción de un sistema sin futuro, sólo demuestra que ningún cambio será posible porque el socialismo marxista no admite cambios, - recuerden a Gorbachov- este sistema nació totalitario y va a morir totalitario, y en la miseria.
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