Recuerdo por estos días que cuando se proyectó en La Habana la película “Tiburón Sangriento”, las playas se mantuvieron un tiempo sin la afluencia habitual de público. Los filmes de terror causan ese efecto sobre espectadores demasiado impresionables.
El terror desatado en La Habana y el resto del país por las fuerzas represivas del régimen, ha provocado que algunas calles de la ciudad estén semidesiertas, porque las turbas criminales conocidas como “brigadas de respuesta rápida” tienen licencia para golpear, y la ciudadanía les teme.
Hasta desmovilizados han sido llamados a filas en el afán de no perder el control. Es como si al “Tiburón” de marras se le uniera “Cujo el Perro Asesino” y otros atemorizantes personajes de la pantalla, sólo que esta vez son monstruos reales armados de palos, cabillas y piedras, apoyados por las gloriosas fuerzas del MININT.
Llegado el caso, no es de dudar que contra la población inerme se lancen las tropas especiales, el ejército con sus tanques y aviones y cualquier otra arma que sea necesaria para liquidar peligrosas protestas contra el desempleo, el hambre y la falta de libertad y oportunidades. Todo sea por salvar la “victoriosa involución socialista”.
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