No es casual que los regímenes sacudidos en los últimos tiempos por grandes movimientos sociales, hayan sido los que durante décadas violaron todos los derechos de sus pueblos. No es Internet, o la telefonía celular la que ha llevado a la tumba a un puñado de déspotas. Han sido seres humanos estimulados por demasiado tiempo de oprobio.
Ni partidos políticos, invasiones o golpes de estado. Estos movimientos no estaban previstos, aunque las condiciones para su surgimiento sí estaban creadas. La tiranía engendra demasiado odio y desigualdades como para que alguien pueda creer en su existencia eterna.
No es tampoco casual que el régimen cubano se sienta amenazado por una revolución tecnológica, a la vez que se solidariza con déspotas de otras latitudes. La identificación con aquellos regímenes odiosos los obliga a ponerse en guardia. Se saben iguales y temen igual destino.
¿Por qué en lugar de desgastarse en la mal concebida campaña contra los que piensan distinto, no se sientan a la mesa con la sociedad civil, para discutir entre cubanos los asuntos que competen a todos y no a un solo hombre, o a un grupo de ellos, empecinados en hacer ver que los problemas de Cuba provienen de los Estados Unidos y no de su mala gestión de gobierno?
Estas personas que han gobernado tan desatinadamente el país por más de medio siglo, insisten en que los opositores son mercenarios, o personas confundidas que no tienen capacidad para pensar por sí mismas. Se consideran tan por encima del pueblo, que les parece el más grave de los delitos y la peor de las agresiones que un cubano de aquí se atreva a exponer sus puntos de vista sobre cualquier tema relacionado con esta sociedad, si no comparte la opinión oficial.
Este gobierno es el único en el hemisferio que impide el acceso de sus ciudadanos a Internet, se niega a ser cuestionado, y para los cubanos, la información y comunicación libre no puede existir porque al dictador no le da la gana que el mundo se entere de lo que ocurre en este gran gulag o que los de adentro se enteren por sí mismos que a pesar de todo, el mundo de hoy es mejor que el de los años 50 excepto en esta isla.
Primero la justificación era el bloqueo norteamericano a las comunicaciones, ahora, desembozadamente, admiten que el miedo a la libertad de información es lo que los mueve. La historia demuestra que los dictadores son por naturaleza abusivos y cobardes, cualquier excusa les sirve para mantenerse en el poder, y si no la encuentran, siempre les queda la fuerza.
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