martes, 15 de enero de 2013

La Trampa.


 

  
Comicios el próximo 3 de febrero. Así, con esa impudicia, anuncia el gobierno cubano la payasada  que refrendará el mandato totalitario que ya cumple 54 años.
Con una Carta Magna y una Ley Electoral hechas a su medida, la pandilla gobernante hace malabares y  se prolonga en el tiempo que les es ajeno. Los Castro y su corte de alcahuetes son intemporales, dioses de una religión que promueve la igualdad en la miseria, la ignorancia y la falta de libertades como metas ya alcanzadas y que solo queda perfeccionar como legado a las futuras generaciones.
La designación de 612 candidatos para el mismo número de plazas a cubrir en la Asamblea Nacional, es un atropello a la inteligencia de los ciudadanos. Las Comisiones Electorales y de Candidatura deciden desde arriba qué miembro del Partido Comunista, entre medio millón, es digno de ocupar un asiento en el Parlamento cubano.
El proceso electoral cubano es más bien un sorteo de lotería donde un individuo compra todos los billetes y él mismo se encarga de anunciar al ganador. Aún con estas garantías, les parece poco, y de los 612 candidatos-diputados-designados, solo un grupúsculo de 31 individuos, la mayoría de ellos atados de manos y sin capacidad de decidir por sí mismos, guiará a la nación por mares tormentosos, entre arrecifes de errores y olas de represión, hasta el naufragio final. El resto, queda para avalar dos veces al año los experimentos devenidos leyes, los dogmas que pretenden ser ideas y los reveses convertidos en victorias.
Por coincidencia, una buena parte  de los 31 miembros del Consejo de Estado se verán repetidos en el Buró Político del Comité Central del Partido, son como la quijada de abajo y la quijada de arriba, el yunque y el martillo o la mano y el mortero. Lo que queda en el medio, es Cuba.

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