Es una tradición mundial que los diarios emitidos el primer
día del año sean dedicados al ciclo que empieza, a los principales
acontecimientos del que finalizó, a los logros económicos, científicos o
sociales alcanzados, al estado de la nación, a los resultados de la gestión
gubernamental, y así por el estilo, sin pasar por alto las noticias más
interesantes o importantes de la actualidad nacional e internacional.
Sin embargo el “Granma”, órgano oficial del Comité Central
del Partido Comunista de Cuba, ha dedicado cinco páginas, más de la mitad de su
espacio, nada menos que al Cuartel Moncada y el 26 de julio de 1953.
Será que no tienen nada que decir sobre los logros de una
Revolución que arriba a su aniversario 55 con más penas que glorias y sin
ningún futuro, o que prefieren no hablar sobre los millones de cubanos que no
tuvieron cena de Navidad ni de Fin de Año porque la libra de carne de cerdo
ronda los $40.00 M/N, la libra de frijoles negros los $15.00, y el arroz a $5.00.
Una botella de vino tinto de producción nacional marca Soroa cuesta la bobería
de $50.00.
Tristeza y frustración pueden ser las palabras que
identifiquen el estado general de la población precisamente en la época que
debería ser la más alegre del año. El pueblo no tiene medios para celebrar ni
deseos de hacerlo, y el gobierno ha dejado caer los brazos en actitud del que
ya reconoció su derrota y solo espera que el tiempo pase.
Dar realce propagandístico al 26 de julio nada menos que el
1º de enero es una incongruencia por extemporáneo. Otro acto de magia surgido
de la mentalidad paranoica de los que convierten reveses en victorias, tierras
fértiles en marabuzales, el café en chícharos y la carne de res en picadillo de
soya.
El Asalto al Cuartel Moncada no es algo para celebrarse ni
siquiera en julio, el triunfo del 1º de enero de 1959 no trajo la libertad a
los cubanos, y el Programa del Moncada sigue
sin cumplirse. El socialismo ya demostró su incapacidad de ser mejorado, a no
ser que a la dependencia del subsidio extranjero se le pueda llamar desarrollo.
Aún así, creo que el
mensaje críptico del periódico “Granma” debe tener algún sentido, si no lógico,
al menos teológico, lo que nos obligaría a creer que la libreta de
racionamiento es un elemento purificador del espíritu nacional, como símbolo
supremo del sacrificio que se nos exige para nuestra salvación. Por lo tanto,
nuestras penurias alimenticias y de todo
tipo no son para nada reveses, sino el camino al paraíso socialista, y los
disparates y horrores del mesías caribeño conforman su evangelio de la sin
razón.
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