(PD)
Terminó la cumbre de la CELAC con una proclama
sin sustos, la izquierda emergente hizo prevalecer los principios que le son
gratos; no injerencia en los asuntos internos para poder reprimir a la
oposición con total libertad, soberanía para perpetuar dictaduras, y mucha paz,
todo tranquilo para llenarse los bolsillos y dar migajas al pueblo.
Como en cualquier reunión de este tipo, fueron
más los ruidos que las nueces, muchos discursos, compromisos entre los gobiernos que no quiere
decir compromiso con los pueblos, y un mensaje claro a los Estados Unidos;
aléjense de nosotros, no inviertan en nuestros países, no hay espacio para el
capitalismo en esta América al sur del Río Bravo, vayan a poner las fábricas en
otras regiones del mundo porque aquí no las queremos ni las necesitamos, los
países latinoamericanos y caribeños pueden valerse por sí mismos, vender y
comprar entre ellos poniendo un precio justo a los productos, y al que no pueda
pagar se le seguirá ayudando solidariamente
hasta donde alcance.
En América se va a demostrar que sí es
posible construir el socialismo, los europeos no supieron hacerlo bien y por
eso se derrumbó el campo socialista, pero tenemos el ejemplo de Cuba para
seguir adelante, en el continente habrá más médicos por habitantes que en
ninguna otra parte del mundo, y trabajarán por la comida, sin egoísmo, viajando
en carretas y durmiendo en barracones compartidos con las hospitalarias
familias, que no tendrán que aceptar la democracia y la economía de mercado
impuestas por el amo imperialista.
Todo el mundo va a saber leer y escribir, y
el gobierno socialista se encargará de que no les falte el periódico oficial
para mantenerlos orientados, encantados, hipnotizados y encadenados.
Mientras tanto, dice Raúl Castro; se
trabaja para enfrentar los desafíos del escenario internacional y se realizan
esfuerzos para impulsar la equidad y la inclusión social, y para erradicar la
discriminación, las desigualdades, la marginación, las violaciones de los
derechos humanos y las transgresiones al estado de derecho. El líder opositor
Manuel Cuesta Morúa, procesado en la Causa número cinco del año 2014, puede dar
fe de ello.
Los pueblos esperarán pacientemente durante
medio siglo, a que se cumpla el sueño socialista de Gengis Khan y Atila. Después de eso, será necesario otro
medio siglo para dar oportunidad a que las nuevas generaciones de
dirigentes socialistas tengan su propia
cuota de errores y el pueblo pueda dar muestra de la firmeza que lo caracteriza
soportando callado cualquier penuria.
Los más de cincuenta años sin capitalismo
en Cuba es la prueba de que no hace falta una guerra para que se derrumben los
edificios, ni la enfermedad de las vacas locas para que desaparezcan la leche y
la carne.
A la
América nuestra, como la llamara Martí, le va a reventar la unidad en las manos, y Bolivia volverá a
reclamar su salida al mar cada día más lejana, porque la hermana Chile y el
hermano Perú se acaban de estrechar las manos con el cuello de la plurinacional
hermana trabado en el medio. En poco tiempo las viejas rencillas tomarán cuerpo
para culpar al vecino de los males propios, en tanto Venezuela, exhausta, no
podrá sostener a los petro-seguidores del ALBA, México seguirá su estrecha
relación con el Norte y Brasil tiene demasiados pobres de los que ocuparse.
Es una paradoja que en el país donde se
originó la amenaza de bombardeo atómico a los Estados Unidos, en el que se
entrenaron, alentaron y promovieron todos los movimientos guerrilleros que
asolaron América Latina, y desde donde zarpó no hace mucho un barco coreano
cargado de armas ilegales, se lance la proclama de América Latina y el Caribe
como zona de paz. Este planeta está lleno de hipócritas.