Publicado en PD
Nicolás Maduro, Presidente
electo de Venezuela por un pelito, no las tiene todas consigo. Lo que aprendió
en la Escuela Superior del Partido Comunista “Ñico López” no le sirve de mucho
cuando de aplicarlo en una democracia se trata, aunque esté carcomida y
remendada.
Como buen discípulo del
eterno comandante en jefe, aprendió que cuando la candela se pone brava lo
mejor es correr,... hacia delante. No importa cual sea la situación ni quienes
los protagonistas, lo importante es huir hacia delante, esto es, si tienes que
matar, mata, cuanto más horripilantes puedan parecer las muertes, mejor;
reprime, mete presos a los líderes políticos aunque nadie crea en las razones
que esgrimas; cierra, confisca o asfixia a la prensa independiente,
estatiza las empresas privadas, forma
grupo vandálicos, no importa cómo se llamen; da lo mismo “colectivos“ en
Venezuela, que “fasces” en la Italia de Mussolini, que “comités de defensa” o
“brigadas de respuesta rápida” en Cuba, la cosa es crear el caos, que el pueblo
se divida lo más posible, e imponer la voluntad del bando que tiene la fuerza
sobre los intereses de los que no la tienen, aunque sean mayoría.
Hacer ver los reveses como
victorias y culpar a enemigos inventados de los yerros y desaciertos propios,
es otra característica del estilo huir hacia delante del que hacen gala las
castrodictaduras, aunque para ello den
un salto al vacío.
Maduro se ha dado a la fuga,
y lo que los desconocedores pueden ver como valor y determinación, no es más
que desesperación y miedo. Está aterrado porque al seguir las orientaciones de
los fracasados de La Habana, se embarcó en una guerra contra los millones de venezolanos que no votaron
por él y otra buena parte que lo ha dejado en el camino. Hoy, el Presidente
venezolano huye con todo lo que tiene, dejando tras de sí un reguero de sangre.
La versión light de la revolución cubana tampoco funcionó. ¡Atájenlo!
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