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El
gobierno cubano tiene prisa, se le acaba el tiempo a Raúl Castro por viejo y
pasado de moda y puja por salir del estancamiento, ahora le tocó el turno a la
Ley de Inversión Extranjera. Es significativo que esta ley se refiere
específicamente a los derechos de los inversores extranjeros en Cuba, los
nacionales siguen sin derecho a participar en cualquier tipo de inversión a no
ser restaurantes, cafeterías y quincallas.
La
contraparte será, como hasta ahora, el Estado cubano. El monopolio estatal está
sentado a la puerta del desarrollo y no
lo deja entrar, este es uno de los principales problemas del sistema económico
llamado socialismo, más bien una especie de capitalismo monopolista de estado,
que no permite la participación libre de los ciudadanos en los procesos de
inversión, producción y comercialización, con la excusa cada vez menos creíble de que el Estado es el único capaz de
garantizar la distribución justa de las riquezas.
Lo
que se logra a fin de cuentas es que en la transacción el ciudadano cede todos
sus derechos y, lejos de mejorar, se
hace cada vez más pobre, mientras el Estado se encarga de repartir la miseria
generada por su ineficiencia y corrupción. América Latina es ejemplo cercano de
que donde los gobiernos se inmiscuyen menos en los asuntos del mercado, se
genera más desarrollo y disminuye el
nivel de pobreza.
Tenemos
un buen ejemplo: entre los años 1989 y el 2012, el producto interno bruto (PIB)
del Perú, creció de 20,577 millones de
dólares, a 199,382 millones de dólares, 9,7 veces; el PIB per cápita creció de
969 dólares, a 6,635 dólares, 6,8 veces; mientras la pobreza se redujo en 56%,
fundamentalmente por el crecimiento económico, más que por los programas
sociales; la desnutrición infantil se redujo en 55%; la inflación es 430 veces
menor; las reservas alcanzan los 63,886 millones de dólares y la tasa de
crecimiento de la inversión bruta es del 19,5%; de 2001 al 2010, la
productividad creció a un ritmo del 3% anual.
Es
debido a las cifras anteriores que el izquierdista Oyanta Humala, Presidente de
esa nación, prefiere mantener un perfil bajo, más bien rosado que rojo, lo cual
deja a los socialistas del siglo XXI sin argumentos frente a una economía
liberal exitosa.
Ahora
tomemos el caso de Cuba, al cierre del 2013 se dio a conocer que el crecimiento del
Producto Interno Bruto fue de 2,7%, inferior al 3,6 planificado. En esa
disminución influyeron los incumplimientos de la industria manufacturera, las
construcciones, el turismo, la minería, la agricultura y el transporte.
Para empeorar la situación, se calcula una desaceleración para el actual
2014, con un crecimiento del PIB de tan solo el 2,2%. Esto, a pesar de la
exportación masiva de servicios médicos; por otra parte, es significativo que
en un país donde el salario medio mensual ronda los 20 USD, no se informa el
índice de pobreza, aunque quizás sea por no declarar lo obvio, que el ingreso
per cápita de los cubanos está muy por debajo de 1 USD diario.
Es duro saber que Cuba depende de la productividad de los exiliados y no de
las propias fuerzas. La Ley para la Inversión Extranjera solo será una más
entre las tantas que han sido dictadas a lo largo de 54 años. Los peruanos, sin
tantos discursos ni leyes rimbombantes, viven mejor que los cubanos.
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