“El futuro pertenece por entero al socialismo”. Con esta histórica frase se dio por hecho que lo mejor para
Cuba y el mundo era este sistema en la actualidad bastante desgastado y
remendado, no solo fracasó en la Unión Soviética y el resto de los países
socialistas europeos, sino que la República Popular China y la República
Democrática de Vietnam, desistieron de continuar con el experimento, el
gobierno de la República Popular Democrática de Corea, que no es ni democrática
ni popular, insiste en la locura a pesar de que en ese país las hambrunas son crónicas
y pandémicas.
Más acá, en esta América de caudillos y dictaduras, se trata de establecer tardíamente. Siguiendo el
ejemplo de Cuba, esos países aspiran a que todos sus habitantes se alimenten
mediante una libreta de racionamiento, a que la moneda con la que pagan el
salario de los trabajadores no valga nada, a niños sin leche a partir de los
siete años de edad, jubilados viviendo
con el equivalente a menos de diez dólares mensuales y una improductividad crónica. Venezuela, líder
en ese empeño, será el único país del continente cuyo PIB decrecerá en el
presente año. José Martí reconoció bien temprano los
peligros de la idea socialista cuando anunció:
“Dos peligros tiene la idea socialista,
como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y
el de la soberbia y la rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir
levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que
alzarse, frenéticos defensores de los desamparados.”
Pero
Martí no alcanzó a ver el socialismo en vivo, real, el que no solo produce
ambiciosos, sino corruptos y vagos, pues ambos tipos también son necesarios
para completar el proyecto; los corruptos se valen de cualquier bajeza para
aprovecharse, y los vagos solo esperan por las migajas que los corruptos dejan
caer en el banquete. El socialismo es un sistema hecho a la medida para
ambiciosos, corruptos y vagos, de ahí que tenga tantos adeptos de cara al
futuro.
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