Se aproximan las reuniones de rendición de cuentas de los
delegados del Poder Popular y la mayor parte de los disidentes le vuelven la
espalda al proceso, y con razón. Por lo general los candidatos que salieron
electos fueron propuestos en su mayoría por el Partido Comunista y en la
práctica muy poco pueden hacer a favor de sus comunidades.
Estas son dos razones que provocan el desaliento y la
consiguiente falta de interés en las asambleas, desaliento que alcanza a los
vapuleados Delegados, convertidos en simples cajas de resonancia de los
problemas existentes, sin ningún poder real.
Aunque todo esto es cierto, el retraimiento de los
opositores los aísla de sus vecinos y sus problemas, con lo que estos se
encuentran abandonados a su suerte y ven impotentes como el gobierno local no
resuelve nada y la disidencia del barrio está demasiado ocupada en asuntos de
connotación nacional o mundial que en medio de tanta miseria nadie entiende o
no le interesa.
Mientras, las cuatro calles del barrio están llenas de
huecos y los niños chapotean en las aguas albañales que corren como ríos de
mierda, las esquinas son basureros donde
moscas y ratas tienen un pacto de buena vecindad y el agua potable es
traída en camiones cisterna pagados por los electores.
Los opositores podrían participar en las reuniones de
rendición de cuentas del Poder Popular, abogando por la solución de los
problemas de ese pequeño sector del
pueblo de Cuba que convive en el barrio, come el mismo pan malo y ve a
diario las mismas tiñosas sobrevolar los destruidos tejados cubiertos de
tendederas y palomares. Nada se pierde con probar y se puede ganar mucho en
capital político que no tiene que venir de afuera.
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