Para ciertos sectores en los que el antiamericanismo es el
motivo de su existencia, los americanos están, como se dice en buen cubano,
cagados de aura. Cuando invaden un país a instancias de la comunidad
internacional porque un sátrapa cualquiera amenaza con exterminar a sus propios
ciudadanos, aparecen como intervencionistas y genocidas sedientos del petróleo
de allende los mares.
Cada guerra en que se ha visto envuelto ese país ha tenido,
según sus detractores, el malvado propósito de hacerse dueños de las riquezas
de las naciones invadidas, aunque siguiendo esa línea de pensamiento en
realidad ahora mismo no sé cómo justificar
las intervenciones en Haití.
Hoy el motivo de odio y escándalo es otro, los Estados
Unidos amenazan con hacerse autosuficientes en materia de energía y convertirse
de importadores en los primeros exportadores de petróleo y gas a nivel mundial.
No faltaba más, ya no se les podrá acusar de querer ser los dueños del petróleo
de Irak, ni de planear invadir Venezuela con el mismo fin, aunque siempre se
les puede acusar de algo, ahora según Nicolás Maduro, Fidel Castro y compañía,
la extracción de petróleo y gas mediante la técnica de fracking (fractura hidráulica) que los norteamericanos practican en
su propio subsuelo, es más peligroso para el planeta que los métodos llevados a
cabo durante decenas de años por Rusia, Venezuela, México, Kuwait o los propios
Estados Unidos.
Si se va a hablar de contaminación ambiental nadie se fija
en que para alcanzar su desarrollo actual, la República Popular China es el
país que emite más gases de efecto invernadero al usar enormes cantidades de
hulla y carbón en sus industrias; ni tampoco en que los Estados Unidos es el
país que más desarrollo ha alcanzado en la utilización de fuentes renovables y
limpias de energía.
Cuando ha subido el precio de los hidrocarburos, también
Norteamérica ha sido acusada de ser la responsable por su alto consumo de estos
recursos y la acción de los especuladores, por supuesto norteamericanos.
En realidad, la actual algarabía ecológica está motivada por
otras razones: una es que se acabó el chantaje de los países exportadores con los
precios exorbitantes, otra razón es que para Venezuela ha sonado la alarma,
esto pone punto final al socialismo bolivariano y su clientelismo político.
Pero para Fidel Castro el fracking es otra cosa, es una razón personal, su odio visceral a
los Estados Unidos lo ciega, es el mismo personaje que denunció la producción
de etanol porque según él, para el mundo era preferible comer azúcar prieta que
viajar en autos movidos con alcohol. Para demostrarlo, eliminó más de cien
centrales azucareros debido a que los precios del azúcar en el mercado mundial no
le satisfacían.
Esta del fracking no
es la primera catástrofe anunciada por el exdictador cubano: hace poco
pronosticó una inminente guerra nuclear entre Irán y los Estados Unidos, no
obstante, la desaparición de la capa de ozono ha sido durante mucho tiempo su
hecatombe preferida.
La cruda realidad es que desde que el mundo es mundo, los
hielos de los polos se han derretido y han vuelto a congelarse; la atmósfera y
las aguas se han contaminado y descontaminado,
los suelos han sufrido desertificación de manera natural desde mucho
antes de que el hombre pusiera sus pies en el planeta, el nivel de los mares ha
crecido y decrecido y el hambre y las enfermedades han acechado a la humanidad
durante decenas de miles de años con independencia de profecías místicas o
científicas.
Por su parte, gústele o no a Castros y Maduros, los Estados
Unidos es una nación bendecida y llamada a prevalecer en este mundo amenazado
por dictaduras contaminantes y cataclismos comunistas.
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